JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
Julio 2014
El éxtasis, cualquiera que sea su sentido, tiene un origen erótico vinculado a una exigencia de belleza. La materialidad del deseo comienza en la extensión de la piel que es su objeto. La cercanía del placer y de su brisa marina, anulan la predisposición moral abriendo múltiples posibilidades de consumación. La sexualidad engendra un tipo peculiar de ebriedad, cuyo estallido es responsabilidad de un complejo cóctel
Neuro químico.
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