CUERNAVACA MORELOS, 16 DE ABRIL DE 2010. En el estado de Morelos se experimenta la zozobra y la incertidumbre. Cuando el Estado falla en sus funciones la ciudadanía percibe ese vacío de inmediato. El rumor se genera a partir de una de tres fuentes. Primero, ante la desinformación, como una mecanismo de leer entre línea lo que sucede en realidad. Segundo, ante el vacío de información, como un mecanismo de intuir y establecer cierto grado de certeza de cómo están las cosas y hacia dónde van. Tercero, ante la certeza de que la realidad rebasa cualquier expectativa y el malestar social se halla desbordado, como un mecanismo de entender la realidad y establecer qué se puede hacer, o bien prepararse para lo peor. El grado de indefensión de la población morelense reproduce lo que a nivel nacional es un patrón. El abandono del Estado en áreas como la seguridad, el desarrollo social, la educación, la salud, etc., tiene una vigencia de años y al atraso crónico se suma más atraso y nuevos errores. Así que no es de extrañar que en medio de la violencia intensificada de los últimos días el Estado muestre negligencia y omisión para resguardar a la ciudadanía. El pretexto o la coartada calderónica de que la violencia es un ajuste entre organizaciones criminales, no nos debe hacer olvidar que los asesinatos se dan en un marco de mayor presencia del ejército y la policía federal; se dan en un marco de delitos federales cuya obligación corresponde perseguir por Derecho al Estado Mexicano; se dan en el marco de una estrategia fallida implementada por el gobierno y cuya responsabilidad es ineludible; se dan en el marco de una supuesta coordinación operativa de distintas secretarías de Estado que en los hechos no se han coordinado, que en los hechos abandonan a su suerte a ciudadanos que han sido secuestrados, torturados y asesinados por alguno de los bandos en disputa., se dan en el marco de una desmesurada corrupción institucional que garantiza vacío jurídico, impunidad y doble moral; se dan en el marco de la intervención acotada del ejército y la marina armada de México, hoy penetrados por el crimen organizado; se dan en el marco de la presión diplomática estadounidense que quiere contener la violencia dentro de las fronteras de México sin preocuparse por los traficantes de armas estadounidenses ni la demanda interna de los ciudadanos norteamericanos; se dan en medio del más escandaloso fracaso gubernamental lastrado por la crisis económica, los intereses corporativos, compromisos políticos y su ceguera intencional en lo concerniente a los grandes problemas sociales; se dan en medio de la censura y la desinformación, de la campaña mediática para negar la realidad, minimizar las bajas u ocultar la verdadera dimensión del problema; se dan en medio de una carnicería que ha tocado muy poco a peces gordos y en demasía a peces pequeños de los que el Estado dice, sin mayores pruebas que el dicho del presidente, que se trata de "asociados del narco", dejando de lado su origen social, las condiciones en las que vivían esos peces pequeños o la dura realidad de que en sus comunidades no había ni habrá ningún futuro; se dan en medio del silencio de las grandes televisoras -TELEVISA Y TV AZTECA-, que junto con los grandes empresarios y los estratos sociales de élite se hacen de la vista gorda del padecimiento de la gente de a pie; se dan por la obstinada ceguera y sordera institucional ante los datos que genera la información de inteligencia nacional y extranjera. Ante este panorama cualquier rumor paralizante no es peor que la realidad y hoy por hoy, digan lo que digan los gobernadores de Morelos, Tamaulipas, Chihuahua, Sinaloa, Morelia, Guerrero, etc., las cosas en esos estados están peor que nunca. Peor aún, a todos los niveles de gobierno sólo les importa el pontificado de la imagen sobre la realidad; las auto justificaciones sobre la gravedad de la situación; la recaudación fiscal sobre la pobreza de la población; resguardarse el trasero dejando que el de los demás se desangre por las humillaciones, el horror cotidiano y la cercanía de la muerte. La verdadera gravedad de la situación reside en que tenemos un Estado Fallido al que ya se le acabaron las balas y ahora se propone hacer público su fracaso exclusivo con una cuota adicional de sangre y mentiras. Esa es la verdadera tragedia, esa es la verdadera dimensión de la realidad. Desde ahí es fácil comprender que el rumor se convierta en una necesidad.
Jorge Antonio Díaz Miranda
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