Ella no me mira,
el haz luminoso de sus ojos
pasa de largo,
como un cometa que ilumina
por un instante
mi prolongada vigilia,
ella es joven,
su cabello ensortijado
su cuerpo menudo y flexible
como una vara de bambú,
sus ojos verdes son profundos
sonrié para sí y sus dientes perfectos
son como una fila ordenada de perlas,
Yo la miro y me pierdo en la extensión
de su belleza,
frágil oleaje
que se estrella una y otra vez
con cincelados acantalidos de roca sólida,
pero ella no me mira,
pasa de largo el haz luminoso
de su mirada indiferente
y vuelve a mi la oscuridad
de mi prolongada vigilia...
Hay algo en estos días perdidos
que no me deja descansar,
algo en el sendero
que no quiere morir,
una tristeza aciaga
tristeza, indiferencia y aburrimiento,
ella no me mira
y yo dejo de mirarla
ella fue la visión de un día luminoso
la reminiscencia de otros días pasados
que se han ido con la vorágine
de la lozanía...
el rastro tenue de una primavera
que se ha marchado de mi cielo,
el aleteo fugaz de un deseo
de volver a comenzar,
Pero en sus ojos asoma
un breve sentimiento fugitivo
que quiere liberarse
para volver al mar...
y eso me recuerda el tamaño
de mi soledad.
JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
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