Somos en este despertar
un poco más que polvo,
¿Pero acaso,
no es amable la caricia
que te arrebata
de las garras del llanto
con el beso húmedo
que jugando y cantando
se aloja en tu sexo?
Adoro el dulce
impacto de los cuerpos
que vienen y van
como lenguas de jade
de incansables
olas orladas de espuma,
Como espadas que buscan
la sangre, las visceras,
el jardín de flores
y la combustión espontánea
del hado sensual,
¿Pero acaso,
en eso comienza y termina
el deseo,
la idea del amor
y su sueño
de trascendencia?
Sin pretenderlo
la tentación de la carne
nos acerca al abismo inmenso
en una sucesión
de fugitivas pulsiones,
¿pero luego qué?
en el breve instante
de la resolución
vemos de frente la sonrisa
de la ausencia
la sombra extendida...
el peso de una frontera breve
entre ser
y nunca más
despertar a la alborada.
Y sin embargo,
sigue besando mi falo,
dejame a mi
hundir mi boca
en tu sexo,
quiero ser tuyo
y quiero que seas mía,
pues aunque breve
quiero sentir
el roce de los pétalos
de esa primavera
que se marcha
hacia otras tierras
y otros cuerpos
llenos de vida...
Jorge Antonio Díaz Miranda
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