En esta semana el derrame de petróleo en el golfo de México ha sobrepasado las más pesimistas expectativas que se tenían y se temían. Las consecuencias ambientales apenas son incipientes pero ya alcanzan para prever un desastre mayúsculo de deforestación, extinción de especies animales y vegetales, envenenamiento de mantos acuíferos y la desaparición de la riqueza marina de la zona, con todas las implicaciones de caos económico que esta marea trae consigo. Un aspecto significativo es que una vez más se confirma que el desastre es el último eslabón de una larga cadena de corrupción que involucra a todos los niveles de gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica en la presente y la anterior administración, y a tres empresas que han jugado un papel deleznable de minimización de costos en áreas clave de seguridad y mantenimiento: Bristish Petroleum, Haliburton y Transocean LTD, Las últimas revelaciones ponen de manifiesto la falta de planes serios frente a contingencias de esta naturaleza, pero por otro lado la incapacidad del gobierno de Obama para exigir el cumplimiento de las normas internacionales de seguridad en perforaciones profundas los cuales se han puesto de moda recientemente ante el agotamiento de los yacimientos continentales superficiales. Esta incapacidad dentro del propio gobierno es generada por dos hechos sustanciales: primero, los lobbys de abogados de éstas empresas que han logrado acuerdos con la clase política estadounidense para evadir cualquier responsabilidad real en todos y cada uno de los términos que imponen las exigentes leyes federales y estatales; segundo, Bristish Petroleum es la principal proveedora de petróleo para el Pentágono, es decir para el sector militar de los EU y la que cuenta con contratos de exclusividad en los principales frentes de combate o despliegue. De hecho con éste último renglón BP ha podido evadir la cláusula de exclusión de contratos gubernamentales propuestos por APA y MMS para aquellas empresas que incumplan normas de mantenimiento y seguridad. Mientras el enredo sigue y la indecisión de Obama se extiende, la fuga de petróleo sigue su invasión imparable llegando hasta los litorales y penetrando hacia ríos y ciénagas del sureste, lo cual se agravará con la llegada de la temporada de tormentas que ha sido valuada por los expertos como la más virulenta en número de tormentas tropicales y huracanes. New York Times y Newsweek ya hablan de este desastre como el "Catrina de Obama" y hoy más que nunca se ha puesto de manifiesto la terrible parálisis del presidente para tomar decisiones cruciales.
Ante el panorama sombrío que vive Estados Unidos es terrible la inmovilidad del gabinete de Felipe Calderón y el ominoso silencio de las secretarías de Gobernación, Relaciones exteriores, Seguridad, Defensa Nacional, Energía, Etc; quienes están esperando la llegada de la mancha petrolera a los litorales de México y no utilizan los instrumentos jurídicos internacionales para solicitar un arbitraje que determine quién pagará en el caso de que el desastre llegue a México por mar y tierra. El hecho de que éste escenario no se desee no significa que no vaya a ocurrir. Pero como siempre esa actitud servil y de lame botas es lo que caracteriza al gobierno peninsular de la valentía y las manos limpias...
JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
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