MELANCHOLIA
OPERA DEPRESIVA DE
LARS VON TRIER
JORGE ANTONIO DÍAZ
MIRANDA
Mayo 2014
De
una densidad narrativa como casi todas sus películas, Lars Von Trier nos ofrece
su visión particular del fin del mundo con capas sobrepuestas de intensidad
emocional cuyo único sentido reside en mirar desde el infierno la cercanía de
los abismos. El inicio es una extraña sucesión de tomas en cámara lenta, con una
técnica de filmación cromática de última generación que sólo puede apreciarse
íntegramente a través de pantallas de alta definición: el rostro desolado de
Justine, una lluvia de pájaros muertos, la agonía de un magnifico corcel negro,
una madre corriendo de la hecatombe con su hijo en brazos, el horizonte
alterado con una explosión de fuego, los mares agitados, el viento soplando en
borrascas violentas, ciudades pulverizadas por una muerte desmesurada que cae
del cielo, figuras humanas que empiezan a incendiarse por la proximidad del
planeta Melancholia que se mueve en una órbita de colisión con la tierra… el
contexto.
La
historia humana que nos cuenta Von Trier se divide en dos partes que cuentan lo
mismo, la angustia de existir.
Justine,
la primera parte, nos convida una accidentada boda de funeral en donde la
atormentada novia pasa evitando la intimidad con su marido, y el ágape
transcurre entre las batallas sentimentales de los padres divorciados de ella y
los desencuentros con su hermana quien, junto a su marido, le ha regalado la
boda más elegante, la más costosa, sin que la desolada protagonista pueda
superar el vagabundeo errático por la ebriedad, la simulación, la azarosa
infidelidad, el conflicto y el fracaso prematuro de sus nupcias. La
personalidad de Justine parece desintegrarse como todo a su alrededor, el dasein de la vida para ella es coherente sólo en el
contexto de una hybris profunda, desaforada e iracunda que se odia a
sí mismo. La boda antes del fin nos recuerda el fresco confeccionado por Karl
Krauss, Los Últimos Días de la Humanidad, en el que la nobleza austriaca se
disocia del fin de la sociedad imperial con interminables fiestas de disfraces
en las que se dan cita la decadencia y las palabras huecas, la locura colectiva
y la negación, la mediocridad y lo inútil.
Claire,
la segunda parte, despliega de forma explícita la angustia de vivir bajo la
amenaza de la catástrofe que se avecina. El esposo de Claire es un científico
que conoce el perturbador fenómeno astronómico que amenaza toda la vida en la
tierra: el planeta melancholia, oculto tras el sol, aparece de la nada en una
trayectoria inesperada que le hace “pasar muy cerca de la tierra”. Él le
asegura a su familia que los equipos científicos involucrados, incluyéndolo,
han demostrado a través de complejos cálculos astronómicos que el planeta
errante no chocará con la tierra…pero la certeza científica se va
desmoronando día tras día tras las
observaciones que van dejando en claro que los cálculos están equivocados, que
el apocalipsis es inevitable y contados están los últimos días de la humanidad
y de toda la vida en el planeta. Claire, que es esposa del astrónomo se entera
hasta el último día de los temores de su esposo y quiere huir a un lugar donde
ella y su hijo estén a salvo. Esfuerzo desesperado como infructuoso porque no
hay lugar a dónde ir, no hay lugar dónde alguien pueda salvarse…el último día
descubre la verdad de la proximidad de choque de los dos planetas, y no hay
consuelo para su desolación, y no hay donde ocultar la terrible situación de
que la vida sólo ha sido y será posible en el planeta tierra, en ningún otro
lugar.
No
hay final feliz. No hay una divinidad que detenga la catástrofe. No hay nada que
detenga la fuerza desmesurada que liberaran los sórdidos enfrentados. El
argumento obsesivo de Von Trier sobre el lado siniestro y malvado de la tierra
se amplifica en esta versión hecatómbica del fin de la tierra y de todo lo que
se mueve vitalmente en ella. Sin duda una película cuyo trasfondo emotivo es
reflexionar sobre el sentido de la vida en vista de su brevedad, sea cual sea
el fin.
El soundtrack contiene piezas de Wagner, Shubbert, Beethoven, entre otros...una tensión espiritual, por momentos hipnótica, por momentos mounstruosa.
El soundtrack contiene piezas de Wagner, Shubbert, Beethoven, entre otros...una tensión espiritual, por momentos hipnótica, por momentos mounstruosa.
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