UNA CANCIÓN DE LAS DUNAS
JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
2008
Tus caderas son dunas perfectas
Redondas, ardientes, trashumantes,
Sinuosas y móviles como un mar incesante.
Sedosa es su extensa piel
Como espuma blanca, mármol y pétalo,
La explosión de luz de un sol arrogante.
Poseen un olor a desierto profundo
A flores salvajes, a aves remotas,
A oasis ocultos,
A grutas subterráneas,
Como un perfume suave, discreto, perturbador, desbordante…
Desde la lejanía yo vengo a contemplar su encanto
A posar mis manos sobre su arquitectura evanescente
A besar el diámetro sagrado de sus esferas,
A rendir pleitesía al cortejo de brisa que corona tus piernas.
A sentir el pulso trémulo de tus nalgas
A depositar en su altar de luna llena mi simiente
A perfeccionar con mi lengua su colosal figura
A esculpir, a danzar, a jugar, a cantar y soñar
Sobre las alas de una suave canción del desierto.
Redondas, ardientes, trashumantes,
Sinuosas y móviles como un mar incesante.
Sedosa es su extensa piel
Como espuma blanca, mármol y pétalo,
La explosión de luz de un sol arrogante.
Poseen un olor a desierto profundo
A flores salvajes, a aves remotas,
A oasis ocultos,
A grutas subterráneas,
Como un perfume suave, discreto, perturbador, desbordante…
Desde la lejanía yo vengo a contemplar su encanto
A posar mis manos sobre su arquitectura evanescente
A besar el diámetro sagrado de sus esferas,
A rendir pleitesía al cortejo de brisa que corona tus piernas.
A sentir el pulso trémulo de tus nalgas
A depositar en su altar de luna llena mi simiente
A perfeccionar con mi lengua su colosal figura
A esculpir, a danzar, a jugar, a cantar y soñar
Sobre las alas de una suave canción del desierto.
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