lunes, octubre 14, 2013

AURA SNOW ESCRIBÍO ESTA CARTA PARA SU HIJO (QUE ESTÁ ESPERANDO), EXPLICANDO LAS RAZONES QUE LE HICIERON TRABAJAR EN EL CINE ERÓTICO. LA CARTA ESTÁ ESCRITA EN UN ESTILO DIRECTO, SINCERO, SIN AUTOINCULPACIONES NI REMORDIMIENTOS, CON LA FIRMEZA Y CONVICCIÓN DE UNA MUJER QUE PULSÓ EL BOTÓN EYECTOR PARA DARLE UN GIRO RADICAL A LA VIDA...

 
 
Hijo mío,
Mientras escribo esto, todavía no llegaste al mundo, no debés nacer hasta mediados de diciembre. En el momento de leer esto serás lo suficientemente mayor como para navegar por Internet y tendrás la edad suficiente para que te gusten las niñas y también para saber el nombre de Aurora Snow. Temí este día desde hace muchos años y mi esperanza es que encuentres este artículo antes de tropezar accidentalmente con las fotos o videos que muestran a tu madre de una manera que nunca quise que vieras. Me explico.
Tu madre creció muy, muy pobre. A principios de 2000, iba a la escuela en la UC Irvine, y aunque en el instituto yo era una estudiante de matrícula de honor, que sacaba buenas notas en los exámenes, y pasaba semana tras semana rellenando solicitudes, me estaba ahogando por los préstamos universitarios. Me sentía frustrada y sentía que mi oportunidad de tener una educación superior se desvanecía, así que respondí a un anuncio en el periódico Orange County Register.
La letra negrita grande me llamó la atención: Modelos de desnudos femeninos: gana 2.000 dólares al día.
No tenía vergüenza y necesitaba el dinero. Sabía a ciencia cierta que no quería una familia propia. Fue antes de que todo y todos estuvieran en Internet, y pensé que podía esconderlo de mi madre, de mi padre y de mis hermanos. ¿Qué tenía que perder? Pensaba dedicarme a eso durante un año, pagar mi deuda y pasar la página sin mirar atrás. No funcionó de esa manera.
La atención me hacía sentir bien. El dinero era increíble. Pero incluso con la atención nunca me sentí guapa. Yo pensaba que, en cualquier momento, se darían cuenta de que habían cometido un error y me pedirían que me fuera a casa y traerían una chica bonita al estudio. Nunca lo hicieron. Y el trabajo de posar desnuda pronto dio lugar a que alguien me preguntara si quería tener sexo delante de la cámara por dinero. Aun más dinero. Le dije que sí, y esa decisión me arrastró por el ajetreado y colorido camino del cine adulto.
Por razones que se escapan a mi comprensión, me siguieron pidiendo que hiciera películas. Pronto estaba en las carátulas, en pósters e incluso en programas convencionales de televisión. Tu bisabuela fue la primera en descubrir mi profesión secreta (ella me vio en una cinta VHS en casa de su amigo), y rápidamente informó a tu abuela y a tus tíos. Pese a estar decepcionados con mi elección, nunca dejaron de amarme y permanecieron a mi lado en todo momento.
Tu abuela pensó que debía hacer algo con mi mente y no mi cuerpo. Se preocupaba mucho por mí y siempre esperaba que encontrara mi camino. Aunque nunca hablé directamente con tus tíos, la cuestión siempre estuvo en el ambiente. Tu abuelo vivía en otro estado, y se enteró de lo que estaba haciendo cuando me vio en el programa de televisión de Howard Stern. En retrospectiva, estoy muy agradecida de haber sido una de las pocas chicas en el programa que conservó la ropa puesta. Mantenía mi sentido del decoro cuando no estaba en el estudio.
En este punto de tu vida, espero haberte enseñado la importancia de la honestidad, así que voy a ser honesta contigo. Hice casi todo lo imaginable en mi carrera de actriz de cine adulto y si escarbaras suficiente encontrarías cosas que considerarías terribles. Honestamente puedo decir que me acerqué al cine de adultos como un trabajo y, al igual que cualquier tipo de trabajo que tuve, lo consideré importante y lo hice lo mejor posible. A veces hacer bien mi trabajo significaba hacer cosas muy graves. Espero que nunca las veas.
El 20 de febrero de 2009 hubo un cambio radical en mi vida. Tu tío Keith tuvo un accidente de moto y se rompió el cuello, y sus dos hijos pequeños quedaron a mi cargo. No tenía ni idea de qué hacer con los niños, pero me vi obligada a aprender mientras cuidaba de tus primos durante dos años, mientras tu tío Keith se recuperaba. Durante ese tiempo, algo cambió. Sentí que algo poderoso cambiaba en mí cuando uno de mis sobrinos me abrazó, confiándome su vida y dándome su amor incondicional. De repente me di cuenta: “Mierda, quiero una familia propia”.
Nunca creí en el amor y estaba muerta de miedo de que nadie se comprometiera conmigo. Yo era un espíritu libre que podía escoger qué hacer en cada instante, pero esos sentimientos se desvanecieron cuando me di cuenta de lo que me estaba perdiendo.
Mis prioridades cambiaron. Ya no era la chica dispuesta a hacer cualquier cosa, y, en lugar de eso, me convertí en una mujer con un objetivo. Quería una familia, pero primero tenía que encontrar a alguien con quien crearla. No era una tarea fácil. Un buen amigo mío me presentó a un buen granjero del medio oeste, que también trabajaba en el sector del entretenimiento y la producción de programas de televisión. Él era cálido, encantador y muy orientado a la familia.
A pesar de que yo quería salir del mundo del cine adulto, es difícil cambiar después de dedicar una década de tu vida a tu carrera, sin importar cuál sea la carrera. Tu padre se dio cuenta del bucle en el que estaba atrapada y dijo: “Basta con pulsar el botón de eyección”. Fue un consejo que estaba lista para escuchar. Por primera vez tuve la motivación y el coraje de dejar el negocio.
Hijo, espero que este artículo te ayude a entender y te prevenga de hacer clic en mis videos pornográficos. Las decisiones que tomamos pueden cambiar nuestro camino para siempre de una manera que no podemos entender en ese momento. Tomé decisiones que me llevaron por un camino que muchas personas desaprueban. A pesar de lo que pensé entonces, estas son las decisiones que ahora estoy explicando a mi propio hijo. Todo se reduce a las elecciones. Si hubiera sabido que cambiaría un día mi mente y querría una familia propia, hubiera tomado otras decisiones. No puedo decir que hubiera sido mejor, porque cada decisión que tomé me llevó a este punto y no me retracto. Cuando tenés 18 años es fácil ver el futuro y ver exactamente lo que querés y lo que no, pero sólo 10 años después esa visión desaparece.
Así que recuerda, cuando tomes grandes decisiones en la vida, pensá en el futuro y preguntate, “¿podré vivir con eso?”. Mi respuesta está en esta carta que espero que hable por sí misma.
Con amor,
Mamá

Fuente: La Vanguardia.

No hay comentarios.: