Es obceno el regodeo de la sociedad conservadora estadounidense, y los elogios hacia el presidente Obama, defenestrado semanas antes por su tibieza e indecisión, exhuda exageración sentimental, chovinismo y una peligrosa noción emergente de "justicia". Tina Brown de Newsweek sugiere que el acontecimiento noticioso sobre el asesinato de Osama Bin Laden ejecutado por Navy Seal redefinió la identidad de Estados Unidos. Peter Belnart de Daily Beast resucita el fundamentalismo religioso conservador sugiriendo que la muerte de Bin Laden es lo más cercano a una bendicón. Stephen L. Carter, de la escuela de leyes de la Universidad de Yale, admite el planteamiento de incómodas interrogantes morales que ha lugar por la forma en que Obama procedió al mando de los comandos SEALS con la información de inteligencia correcta, no obstante estas dudas quedan fuera de lugar cuando de lo que se trata es rebobinar para la nación estadounidense los sentimientos de poder, resolución, satisfacción y victoria. El guiño innegable de estas acciones hacia el antecesor incómodo, George W. Bush, es también en términos políticos la cancelación de cualquier promesa de investigación sobre acciones ilícitas, detenciones ilegales, tortura y asesinato de civiles en Irak, Afganistán e inclusive Pakistán. Cerrar el círculo de diez años de desaciertos y pifias hace viables las nuevas aventuras de control energético en Libia para extender el control en Medio Oriente, ensombreciendo la primavera árabe de los países que han visto caer regímenes dictaoriales -Egipto, Túnez- y una amenaza abierta hacia Libia, Siria e Irán. LO que traducido a términos estratégicos geopolíticos será al final un nueva página de Bick stick y desestabilización en Medio Oriente.
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