JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
05 DE JULIO DE 2009
Desde muy temprano comenzó el fuego cruzado de tonterías entre los dirigentes de los partidos políticos en contienda electoral. Acusaciones de mutuo propio señalando adelantados fraudes, acciones anómalas, requisiciones y coptación del voto, intimidación, violencia y amenazas. Más de lo mismo en medio del proceso de elección. Pero al menos para el ciudadno medio y marginal el fin de la incertidumbre se revela claro como gota de agua de manantial: nada cambiará después de estas elecciones, con voto en blanco incluído. Es en verdad bastante iluso pensar que la vorágine de depredación se detendrá, y más aún porque resulta evidente que las elítes celebran esta crisis más que nunca: beneficiados por un gobierno que los protege a toda costa. Beneficiados por sus prácticas monopólicas que desangran aceleradamente a este país. Ya es un hecho que los beneficiados de siempre estarán en primera fila a la hora de repartir los dividendos cuando los medicamentos y los alimentos se sometan al régimen del impuesto agregado: diputados dispuestos a alzar el dedo para condenar a las mayorías al subempleo o a moririse de hambre, con tal de seguir repartiéndose el botín de un pueblo en vilo. Más derecha y más PRI anticipan la consolodación de un regímen carcelario que vaciará los cuarteles y multiplicará las policías, aunque eso no solucione el formidable problema del narcotráfico. Hacia una colombianización nos encaminamos desde la que se combatirá cualquier brote de resistencia social, detrás de los rostros que ahora se levantan desde el bajío mexicano viene un puño de hierro que quiere imponerse a toda costa desde el púlpito, los tribunales y los cuarteles.
Pero desde ahora y para siempre, lo que el pueblo de México no debe descuidar es organizarse, prepararse y seguir resistiendo, hasta que un proyecto de nación verdadero salga y se impulse, fuera del canón del capitalismo de cuates o los "trabajitos educativos con Elba".
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