jueves, enero 09, 2014

SANGRE DE AMAT ESCALANTE



JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
Enero de 2014
Con Amat Escalante se ha puesto de moda el realismo cinematográfico, y es que su arte ha sabido explotar lo mejor que se puede obtener de actores no profesionales, como en los mejores tiempos del cine italiano de la primpera mitad del siglo XX con películas tan entrañables como Alemanía Año Cero o Ladrón de Bicicletas (que recomendamos a los lectores no perderse). El argumento: una pareja de maduros compuesta por la explosiva Blanca (Laura Saldaña) y el pasivo-pusilánime-nulidad partener Diego (Cirilo Recio), conviven bajo el conocido acuerdo de no hacer olas para evitar los problemas y con ello el estallido de la violencia. Pero Blanca es un polvorin de insatisfacción y celos, con la queja como oficio, que pasa todo el dia machacando a su marido con todo eso que dejó por él y la mejor vida que estaría disfrutando si no hubiese sido tan pendeja de casarse muy joven. Testigo de sus diatribas, Diego no sabe cómo controlar la dinámita de su mujer y lo mejor que se le ocurre es escucharla resignadamente. Cuando parece que la cotidianidad se desborda ambos acuerdan distenderla con encontronazos en la cama donde practican el aburrimiento y la posposición de sus mutuas inquinas. Hasta ahí todo va normal: un patrón de parejas de nuestro tiempo educadas en la doble moral y la cohesión de la familia por encima de los deseos personales. El reino prometido de la urgencia y la desterritorialización de la trascendencia... Hasta que aparece en escena la hija del anterior matrimonio de Diego con un aumento violento de los tremores celotípicos de su bestia hogareña, hasta el punto de producirse una erupción pliniana que desborda el dique de Diego y responde fuera de control. la tensión en crescendo ilustrá con elocuencia qué tan cercanos son amor y odio para aplastarte e inmolarte en la más fatua de las inmolaciones y auto sacrificios de mierda que no sirven para maldita la cosa. 

Frutrados, neuróticos y desilucionados favor de abstenerse de ver la melcocha que se desborda recien iniciada la película, pues muy bien puede incitarlos a destripar al compañero o compañera y luego empantanarse en un círculo de culpa que los hará desear palparse la blancura de sus pobres y desnutridas calacas. Ja¡ 
 

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