miércoles, septiembre 04, 2013

PRIMER INFORME DE GOBIERNO: NUEVE MESES DE CACHONDEO DISCURSIVO



PRIMER INFORME DE GOBIERNO
NUEVE MESES DE CACHONDEO DISCURSIVO 

Jorge Antonio Díaz Miranda y la Mesa de Redacción 
Martes 03 de septiembre de 2013

Cientos de páginas de superficiales estadísticas. Una colección de frases desconectadas de lo que aluden esos números en sus proyecciones y tendencias. Las primeras parecen decirnos que no hay rumbo posible ni salida de la crisis de la dependencia económica. Las segundas tratan de convencernos de lo contrario, que sí hay rumbo y que “ahí la llevamos”, “ahí vamos”, “en la senda de un México mejor y más justo”. No cabe duda que el rito es de ellos, los priístas, para quien este país “ya mejoró”, “ya cambió”, “ya se modernizó”, aunque las cosas se pueden hacer aún mejor. Otra vez como en los tiempos de Echeverría “estamos listos para administrar la abundancia”. Es decir, la esquizofrenia normalizada, el delirio y la mitomanía por excelencia: el potencial, las oportunidades del mercado, la competitividad, el llamado internacional para integrarse y los recursos materiales y humanos;  están ahí y sólo esperan la visión del estadista (que se supone es EPN ) para ajustarse estructuralmente y derivar un efecto conjunto de crecimiento de la gran nación mexicana… bla, bla, bla, ad nauseam de puro rollo sin sustancia ni contexto, desangelado y desfondado. El informe gris de un burócrata gris que mira un lugar que el 75% de sus conciudadanos nomás no ven, no viven, no perciben. Al final, sólo grandilocuencia discursiva,  lugares comunes, pobreza conceptual, frases repetitivas, autoelogios, paja cupular, derivaciones injustificadas del comportamiento de indicadores macroeconómicos, evasión de los temas críticos, defensa a ultranza del Pacto por México, de la civilidad, de la estabilidad y la paz social…para decir nada. Para olvidar  absolutamente al México real, aquel que cotidianamente padecen los (in)felices gobernados a quien tocó en suerte el retorno de Baby Face y su camarilla plutocrática tricolor.

En medio del nacionalismo discursivo, los adelantos rituales de las fiestas patrias, al mejor estilo institucional  ¡viva México¡, y, un poco más allá, el reconocimiento de la “política a la mexicana” (fundada por el PRI), que ata de pies y manos a los otros dos grandes partidos, PAN y PRD, a una aparente “agenda conciliatoria”, para formular e instrumentar “las grandes reformas que México necesita para salir adelante”. Ya está aquí, nos dice EPN, el impulso de acuerdos definitivos que llevarán a México al concierto de las naciones, al sitial de honor que le corresponde por derecho “natural”, de acuerdo a su estatura histórica y su devenir. Los avances legislativos en materia laboral, educativa y energética, son necesarias porque adelgazan el Estado, liberalizan la economía y acrecientan la eficiencia… pero nada se dice acerca de que esas reformas han inflamado tensiones sociales, protestas hasta llevar al país al borde de un estallido social. Nada dicen de la caída bursátil de la bolsa de valores en las tres últimas semanas, de la violencia galopante, de la pobreza rampante, del crecimiento de la desigualdad que hace a una mayoría más pobre y una minoría más insultantemente rica; de la buti bronca que se despliega a todo trapo en estados y municipios por las deudas heredadas de las anteriores administraciones, de la suba crónica de la gasolina, de los desaseos en materia de desarrollo social, del mediocre sistema de salud, de la paupérrima calidad educativa… Según el visionario EPN, todo se reduce a una visión de futuro con sombras fugitivas que anuncian avances hacia una soterrada militarización y el ejercicio autoritario del poder del Estado, donde “las minorías respeten el orden institucional y los acuerdos que tienen el apoyo de las mayorías”. Esta última frase es toda una reminiscencia anacrónica del porfirismo, que se aloja agazapado en el ideario político de cada miembro de la élite priísta, nietos y bisnietos de los “cachorros de la revolución”. 

Pero, dónde quedaron los temas de la transparencia, la rendición de cuentas, la lucha contra la corrupción, la eficiencia de la administración pública, su profesionalización, la austeridad republicana para ejercer el gasto público, la redistribución equitativa de los ingresos. Dónde está el rumbo y la visión de los próximos cinco años. Dónde quedó la reforma política, donde está el desarrollo de la democracia y la más que urgente participación de la ciudadanía, el fin del monopolio de los partidos políticos. Dónde está la regulación del Estado y su supervisión para contrarrestar a los monopolios televisivos, telefónicos; y todos aquellos, nacionales y extranjeros, que vendrán con la inminente apertura del sector energético.                                                      


Es decir más PRI, más ritual, más nacionalismo de cuates, grandes negocios, reparto del pastel y la separación del ejercicio del gobierno de la defensa de los derechos básicos de los gobernados, en pro de mantener los indicadores macroeconómicos y el equilibrio de la balanza del gasto público. El Estados no debe endeudarse con gasto público improductivo, se debe privilegiar el ahorro interno y un apoyo decisivo a los sectores empresariales, financieros y de desarrollo de nuevas tecnologías; para abrir la puerta a la inversión, el empleo, la economía emergente, el desarrollo de un nuevo rumbo, el progreso y otra vez bla, bla, bla, hueco y parafernalico. Cleptocracia de verborrea acrítica, ritual de lo habitual en la república de los balazos, petrodólares ensangrentados y el México bronco como telón de fondo que no se ve ni se oye. La hibris de una hidra extractiva que no para de saquear al país, de devorarlo, de padrotearlo, de explotarlo, de repartir sus entrañas como un preciado botín.            

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