Desierto de Libia
fotografía AP
La urgencia invade a Estados Unidos y sus aliados pues en verdad es poco el tiempo que tienen para transar con un nuevo gobierno que obedezca sus indecentes intereses energéticos, a cambio de cuentas de vidrio y espejismos de marca McDonald. El cálculo prospectivo señala con toda claridad peligrosos factores de ingobernabilidad y caos que potencialmente podrían detener la producción petrolera y provocar una escalada de precios n o conveniente para las grandes petroleras estadounidenses y británicas. El gobierno de los Estados Unidos sabe que ponerse al frente solo avivaría los odios y la sed de venganza por ello toma un asiento secundario sin que realmente suelte las fibras neurálgicas del conflicto, porque ello precisamente puede restarle cualquier ventaja estratégica. Obama no solo es un político de oficio, ahora también tenemos la constancia de su perversidad al intervenir de forma calculada en una escalada militar que no tiene ni pies ni cabeza y que se diluye en una andanada de necedades y estupideces superlativas, a la cabeza de las cuales está Frnacia y Gran Bretaña. El área de interés estratégica de los estadounidenses está en la facción rebelde que encabeza el Consejo Nacional de Libia, específicamente la línea de Abdelhafiz Ghoga, educado en occidente y con los requisitos académicos ideales para negociar con un lobby de presión energética. En esta visión Estados Unidos sabe que los grupos culturales de Libia que viven en las profundidades del desierto de Libia son incorruptibles y poseen una visión de no contactarse con Occidente.
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