jueves, noviembre 03, 2011

PARAMILITARES


La presencia de los paramilitares en México es tan recurrente en su historia, como tan recurrente es la negativa del Estado para reconocer plenamente su existencia. Desde las postrimerias del México independiente hasta nuestros días, la impronta de sangre de los paramilitares es indeleble pues han servido al Estado y a las élites terratenientes, comerciales, financieras y empresariales para conservar sus privilegios. La historia registra minuciosamente los hechos que a la postre se convierten en incontrovertibles, desde las legiones extranjeras que combatían a los chinacos, las guardias blancas del porfirismo, la policía secreta del huertismo, los cristeros, el batallón Olimpia, los Halcones, Máscara roja, los chinchulines, Paz y Justicia, Movimiento armado índigena antizapatista, y lo más acabado, los cárteles de la droga con sus brazos armados, los zetas y matazetas y hasta un grupo radical de Hackers que sabotean páginas de los gobiernos y entidades financieras. Pese a la negativa oficial, la presencia de estos grupos marginales que no marginados, significa que uno de los pilares fundacionales de la sociedad mexicana es la violencia, la cual se emplea para sofocar disidencias, acallar oposiciones y aplastar cualquier medida que trastoque los privilegios estabñlecidos. El otro pilar fundacional de la sociedad mexicana es el cacicazgo que todavía domina en distintos núcleos rurales del país sobre todo en los más pobres: Guerrero, Oaxaca y Chiapas. El común denominador de los cacicazgos es que están ligados con el PRI. La violencia y la impunidad están ligados con el crimen, pero también está ligado a grupos que actuando desde la legalidad -protegidos por una estructura de partido político- fomentan el crimen con sus prácticas fraudulentas. 

Volviendo a la presencia paramilitar, su músculo descansa en la debilidad de un Estado que funciona de forma fallida, con ambigüedad jurídica y la simulación de la representación democrática. El crecimiento de la economía no es igual al desarrollo social y en muchos sentidos en los últimos díez años las conquistas sociales han retrocedido, en organización y participación. El terror de los paramilitares ha sido efectivo para neutralizar cualquier intento de detener la enorme contrareforma del Estado.

Las fuentes de las que se nutren las formaciones paramilitares son bien conocidas y todas se generan de la debilidad del Estado.

En primer lugar el Estado y el uso indebido que hace de la pilicía y las fuerzas armadas para sofocar rebeliones campesinas, filtrarse en universidades y desaparecer opositores políticos, periodistas y líderes sociales. Esta es una de las principales fuentes de la criminalidad del Estado, el filón de vetas inacabadas de dinero y bienes para políticos rampantes.

Otra fuente de las formaciones paramilitares está en los cacicazgos que regentean comunidades indígenas a favor de partidos políticos como el PRI, y que han protagonizado matanzansas de simpatizantes del zapatismo en Chiapas.

La fuente más conocida de estas formaciones son los cárteles, aprovechándo las facilidades que da EStados Unidos para exportar armas de asalto.

Por último, pero no menos importante, la fuente menos conocida es el de las Empresas Militares Privadas (EMP). En México,  el asentamiento de EMP es oscura y hasta la fecha participan del mismo silencio que el Estado guarda con respecto al tema. Sin embargo su ámbito de acción esta vinculado a los sectores empresariales que perciben el desastre en el que opera el Estado, ahora rebasado por la escalada que implementó. Después de 50 mil muertos la evidencia de fracaso es innegable. El problema con EMP es que funcionan fuera de toda norma establecida, sus operaciones estan encubiertas por la opacidad de lo privado. Estos dos elementos, son, entre muchos otros, claros indicios que atentan contra cualquier pretensión democrática, de equidad y reconocimiento, además de aumentar el costo de la impunidad y la injusticia.       

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