jueves, enero 06, 2011

LEVITANDO CON RAMON VALLE



A MARBELLA POR SU AMABILIDAD Y DISPOSICIÓN
Hace más o menos diez años recibí de una querida colega y amiga un pequeño regalo después de su viaje a Cuba. Se trata de una cinta que contenía una pequeña muestra de la producción jazzística del compositor y músico cubano Ramon Valle. Confieso que en aquel entonces la universidad y mi trabajo me dejaban muy poco tiempo como para sentarme y apreciar con detenimiento el valor artístico del pequeño regalo, así que decidí guardarlo. Fue hasta agosto de 2010 cuando redescubrí la pequeña cinta y la escuche con atención y la impresión que me dejó sigue creciendo en admiración. Se trata de un muestrario de seis composiciones que sin mayores pretensiones constituyen un caleidoscopio cromático de buena música con feeling y armonía. Hay ahí una mirada retrospectiva que recoge citas estilísticas desde Duke ellington hasta Errol Gardner, pasando por el be bop. Y otra mirada en perspectiva que recoge citas estilísticas de Keith Jarret y el jazz europeo, pasando por una dialéctica de improvisación que anula el fuerte contraste entre las voces instrumentales para favorecer estructuralmente la permanencia de la armonía. En resumen se trata de seis finos arreglos que levitan sobre una arquitectura sonora, sobria y minimalista, sensual y alegre, emotiva aunque austera. En el piano Ramon Valle despliega una técnica de improvisación con fuertes raíces afro sin ser totalmente afro. Dafnis Prieto en los tambores, despliega un ritmo sincopado que marca tempos breves, suaves, de baja intensidad que perfila el engaste sonoro. En el saxo Félix Betancourt nos muestra la fuerza de los metales en su voz evocadora y romántica. Antonio Guillén despliega con su bajo la fuerza de cohesión que poseen discretas cuerdas de acompañamiento. Un trabajo artístico genuino y original que recuerda los mejores tiempos de la pianística cubana con Lecuona, Frank Fernández o Jorge Luis Pratts, en el género clásico. Es de agradecer que Ramón Valle conserva la frescura y originalidad sin dejar intimidar por lo que se hace llamar Jazz latino (lo que eso signifique en una perspectiva semántica amplia) ni por los estilos un tanto repetitivos de los músicos redescubiertos a través de resucitar el Buena Vista Social Club.
JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
06 de enero de 2011

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