THE READER[1]
LA PASIÓN EXPLÍCITA DE UNA DISCUSIÓN INACABADA
Me gustó el argumento de esta película y no paré de verla de principio a fin. Es más, la volví a ver una vez y otra vez, para disfrutar las actuaciones de una irreconociblemente elocuente Kate Winslet, el intenso Ralph Fiennes y Bruno Ganz con su coherencia elegante y reflexiva. Pero los jóvenes del reparto no quedaron a la saga, ni los personajes que aparecen en distintas escenas para redondear el concepto, la historia y el conjunto argumentativo.
Esta película no necesitó recurrir a la fotografía perfecta, ni a las actuaciones exageradas o a los efectos especiales para conmover, situar o colocarnos en su perspectiva. El paso del tiempo que envejece la belleza de lo humano, humaniza la historia y nos lleva al centro del conflicto, porque el ser es también producto de las circunstancias, y los actos sólo a posteriori pueden ser adjetivados como maldad o bondad. Porque esta película pone en el centro de la discusión el tratamiento de la culpa y su circunstancia, lo cual, por otra parte, está vinculado con la ausencia de la moral en los sistemas de justicia sobre todo cuando hay una transición entre autoritarismo y democracia. De hecho esta transición en la Alemania de Posguerra (entiéndase la gran guerra del siglo XX cuya duración fue de 1914 a 1945), se da en medio de un discutible mea culpa inducido por los aliados y la poderosa banca judía, es decir, en medio de una cacería de brujas no exenta de hipocresía, mentiras y justicia al vapor que sólo llevó al cadalso a los estratos más bajos del ejército y del partido Nacional Socialista, dejando a muchos poderosos –entre industriales, clérigos y políticos- intocados por los tribunales internacionales a pesar de su complicidad y apoyo al régimen nazi. En este aspecto está ampliamente citada la discusión de Karl Jaspers en su monumental obra Sobre la cuestión de la culpabilidad alemana, en el cual, el filosofo alemán nos invita a reflexionar sobre la necesidad de la moralidad dentro de un sistema de justicia falible que vincula a ciegas normas, procesos y procedimientos.
En medio de esa turbulencia transitoria emerge el amor de dos amantes que rebasa el sentimiento y la pasión explícita de sus cuerpos incendiados; un amor que pasa por el corazón literario de las lenguas clásicas –griego o latín- citando profusamente a Homero y a Horacio; hasta llegar a Chejov o Tolstoi, y termina depresivamente en Goethe y los escritores románticos del desbordante Sturm und Drang.
1 comentario:
vaya...espero poderla ver pronto, para poder añadir algo a tu reseña...por lo pronto este improviso y estentóreo olvido de parte tuya parece ser el argumento más elocuente para un final trágico de un film ya vivido.
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