JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
JULIO DE 2013
La Secretaría de Marina-Armada de México confirmó la muerte del comandante de la VIII Zona Naval con sede en Puerto Vallarta, Jalisco, Carlos Miguel Salazar Ramonet, y de uno de sus acompañantes en una emboscada ocurrida en una carretera entre los municipios michoacanos de La Noria y Las Cruces.
El asesinato perpetrado no puede considerarse como un hecho menor en la saga de la segunda guerra contra el crimén organizado, abanderada por el gobierno de EPN. Tampoco puede formar parte de la estadística común de muertes. Menos aún de las bajas incidentales. Se trata de una demostración de fuerza, precisión y coordinación, sustentado en trabajo de inteligencia con información privilegiada. Se trata de un fallo al máximo nivel de mando en la Secretaría de Marina-Armada de México. ¿Cómo fue que un vicealmirante se decide transitar por una peligrosa vía terrestre que pertenece a una expuesta zona de guerra? No fueron las guardias comunitarias, fue el crimen organizado en un ataque coludido con las altas esferas de la SEMAR. Inteligencia y contrainteligencia en una combinación efectiva para suprimir el comando de la VIII zona naval. Un golpe duro a las expectativas de que la guerra se vaya pronto de la castigada tierra michoacana, y la factura como siempre se le cobrará a las comunidades en pie de defensa.
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