A DOS DE TRES CAÍDAS DE
PANCRASIO POPULAR
SIN LÍMITE DE MENTADAS
JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
AGOSTO DE 2013
¡Había
un esplendor de máscaras¡,
¡había
un esplendor de máscaras¡,
¡capas
fulgurantes, tocados esplendentes¡
¡rostros
feroces cincelados por los golpes¡
¡máscaras
misteriosas, trabajadas en oro y plata¡
¡una
danza de nombres, montañas de músculos¡
¡hombres
y mujeres, gigantes, acróbatas y zaetas¡
¡una
tensión incesante de cuerdas, estallido de alaridos¡
¡ritmo
frenético, topes y llaves¡
¡contacto,
proyección e impacto¡
-
¡Ahí está su ídolo pinches indios¡
Grita con voz estruendosa Sangre Chicana, que se hace llamar El
Pocho Maldito, después de vapulear, con una andanada de marrullerías prohibidas, al pobre
Villano Tercero. El alarido del
público es ensordecedor y algunas mamas tapan los ojos a sus hijos pequeños
para que no sigan viendo el despliegue de la violencia a manos de este rudo
incontenible. Por su parte Canek, el
Príncipe Maya de 1.87 metros de estatura, levanta en vilo la breve humanidad
del gladiador japonés Gran Hamada (1.59
de estatura), y ahí lo sostiene, pescuezo y piernas atenazadas por dos manazas
que lo envían a la lona en un crotch
que se antoja quebrantahuesos. El bando técnico sufre desde la primera caída un
suplicio implacable, martilleante, demoledor; que se prolonga hasta la segunda
caída. El flujo de testosterona parece inagotable en los rudos que tienen esta
noche un “festín de leones entre las asustadas cebras” que conforman el
público. Pese a algunos fingimientos, los golpes, patadas y proyecciones son
reales y seguramente duelen mucho. La magia de los gladiadores con todo su
dramatismo y tragedia aparece cuando no andan cerca las cámaras de la
televisión.
-
¡Ya déjalo hijo de tú ch#$&a madreee,
te lo vas a tragar o=%$e¡
Esa es Doña
Cristina, una vecina de la Colonia Satélite que cada jueves y sábado asiste
a las funciones de lucha libre en la Arena Isabel de Cuernavaca, con todos sus
nietos, siete u ocho chamacos entusiastas que comparten con ella la pasión por
el deporte de los costalazos. La enjundia de esta señora de poco más de sesenta
años, contagia al público del coso isabelino, que la apoya mentándole la madre a los orgullosos
verdugos del bando rudo.
Estamos en 1982, el esplendor de la Arena
Isabel está en su cúspide y muy lejanos los días de su cierre y demolición (realizada en 2010)… la
empresa celebra su aniversario y arma una función digna de recordarse. En la
estelar de éste cartel antologico El
Perro Aguayo y El Solitario disputarán
el campeonato mundial de peso semi completo de la WWA.
Hasta la semifinal ha sido una noche mala para el bando de los
técnicos, en el primer encuentro Kahos,
El Bello Greco y Sergio El Hermoso, propinan una paliza
a ras de lona, a Ánibal (la saeta
Azul), Mano Negra y al Cachorro Mendoza. Enseguida, en la
lucha especial de relevos simples, los espectaculares luchadores Ultramán y Blackman, especialistas del combate aéreo, son humillados y bañados
en sangre por los rudísimos Fishman y Cesar “El Guerrillero” Valentino.
El tono de la violencia va en crescendo, en
franco detrimento de la fama del bando técnico que no puede contener "las lenguas verdes del ataque de los tigres
de jade", que se suceden en trenes de ferocidad y tenacidad hasta esta lucha sub
estelar.
-
¡Ya párenle pinches jotos, parecen judiciales
caníbales, cabrones¡
-
¡Cállese, o sigue usted cabrón¡
Interpela burlón Canek.
-¡dónde
estás p%$##e “réferi” vendido,
te haces p&%&%&o¡
El Acapulco, siempre
proclive a las artimañas del bando “sucio”, sólo ríe complacido, como si
los insultos fueran elogios a su descarado desempeño.
Vuelan los insultos y se estrellan en los
acantilados de cinismo que sostiene la soberbia de los rudos, enseñoreados a
costa de reducir a escombros el arte y la belleza marcial de Gram Hamada, quien
ya no siente lo duro sino lo tupido. Un minuto antes El Villano fue sembrado
por un tope violentísimo de Cánek en la tercera fila, proyectado hasta allá por
el impulso del lance. La combinación y el relevo de los rudos está sincronizada
en una especie de danza terrible que se alterna para hacer contacto, impactar y
reducir la resistencia de los gladiadores “limpios”. Cánek, visitante frecuente
de Japón, donde ha triunfado de forma indiscutible, conoce el modo de combate
de la lucha libre japonesa, combinación de artes marciales y lucha
grecorromana; conoce a detalle esta letal técnica y por eso mantiene
a raya al Gran Hamada que ya le ha dado sorpresas en el Toreo de cuatro Caminos.
La fama de los luchadores japoneses es
bien sabida, con figuras internacionales como Tiger Masked, Antonio Hinoky,
Ricky Chosyu, etc; por ello la breve
humanidad de los gladiadores del regio “País del Sol Naciente” no ha sido ningún obstáculo para enfrentar
luchadores de gran estatura y corpulencia que nada pueden hacer con esa
combinación de agilidad felina, precisión, concentración y fuerza de impacto…
Pero El Príncipe Maya sabe todo esto y sabe también que la clave de suprimir “la danza nipona” se
encuentra en el suplicio continuo y el agotamiento. Fluye la sangre de la frente
de Hamada y la máscara del Villano es un hilacho que apenas cubre el castigado
rostro. Luego de la última andanada de Suplex, quebradoras, planchas y palancas
a los brazos; los rudos deciden que es hora de irse a los vestidores. Rinden
primero al Villano tercero, que queda tirado con la cara a las lámparas tras
recibir unas tremendas patadas de reversa propinadas por Cánek (su especialidad). Mientras Sangre
Chicana obtiene la rendición de Hamada con “la llave de a caballo“, inventada
por Rodolfo Guzmán, mejor conocido como El
Santo. Así termina el combate.
Siguen los alaridos y las mentadas.
Desde las gradas caen los vasos de cerveza y
las monedas, para reiterar su admiración por los madreados.
Se apagan las luces. El ring se vacía.
Todo queda en tensa calma, ya viene la
estelar…