martes, agosto 20, 2013

A DOS DE TRES CAÍDAS DE PANCRASIO POPULAR SIN LÍMITE DE MENTADAS



A DOS DE TRES CAÍDAS DE PANCRASIO POPULAR 
SIN LÍMITE DE MENTADAS

JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
AGOSTO DE 2013

¡Había un esplendor de máscaras¡,
¡había un esplendor de máscaras¡,
¡capas fulgurantes, tocados esplendentes¡
¡rostros feroces cincelados por los golpes¡
¡máscaras misteriosas, trabajadas en oro y plata¡
¡una danza de nombres, montañas de músculos¡
¡hombres y mujeres, gigantes, acróbatas y zaetas¡
¡una tensión incesante de cuerdas, estallido de alaridos¡
¡ritmo frenético, topes y llaves¡
¡contacto, proyección e impacto¡


-   ¡Ahí está su ídolo pinches indios¡

Grita con voz estruendosa Sangre Chicana, que se hace llamar El Pocho Maldito, después de vapulear, con una andanada de marrullerías prohibidas, al pobre Villano Tercero. El alarido del público es ensordecedor y algunas mamas tapan los ojos a sus hijos pequeños para que no sigan viendo el despliegue de la violencia a manos de este rudo incontenible. Por su parte Canek, el Príncipe Maya de 1.87 metros de estatura, levanta en vilo la breve humanidad del gladiador japonés Gran Hamada (1.59 de estatura), y ahí lo sostiene, pescuezo y piernas atenazadas por dos manazas que lo envían a la lona en un crotch que se antoja quebrantahuesos. El bando técnico sufre desde la primera caída un suplicio implacable, martilleante, demoledor; que se prolonga hasta la segunda caída. El flujo de testosterona parece inagotable en los rudos que tienen esta noche un “festín de leones entre las asustadas cebras” que conforman el público. Pese a algunos fingimientos, los golpes, patadas y proyecciones son reales y seguramente duelen mucho. La magia de los gladiadores con todo su dramatismo y tragedia aparece cuando no andan cerca las cámaras de la televisión.

-   ¡Ya déjalo hijo de tú ch#$&a madreee,
te lo vas a tragar o=%$e¡

Esa es Doña Cristina, una vecina de la Colonia Satélite que cada jueves y sábado asiste a las funciones de lucha libre en la Arena Isabel de Cuernavaca, con todos sus nietos, siete u ocho chamacos entusiastas que comparten con ella la pasión por el deporte de los costalazos. La enjundia de esta señora de poco más de sesenta años, contagia al público del coso isabelino, que la apoya mentándole la madre a los orgullosos verdugos del bando rudo.

Estamos en 1982, el esplendor de la Arena Isabel está en su cúspide y muy lejanos los días de su cierre y demolición (realizada en 2010)… la empresa celebra su aniversario y arma una función digna de recordarse. En la estelar de éste cartel antologico El Perro Aguayo y El Solitario disputarán el campeonato mundial de peso semi completo de la WWA. 

Hasta la semifinal ha sido una noche mala para el bando de los técnicos, en el primer encuentro Kahos, El Bello Greco y Sergio El Hermoso, propinan una paliza a ras de lona, a Ánibal (la saeta Azul), Mano Negra y al Cachorro Mendoza. Enseguida, en la lucha especial de relevos simples, los espectaculares luchadores Ultramán y Blackman, especialistas del combate aéreo, son humillados y bañados en sangre por los rudísimos Fishman y Cesar “El Guerrillero” Valentino.

El tono de la violencia va en crescendo, en franco detrimento de la fama del bando técnico que no puede contener "las lenguas verdes del ataque de los tigres de jade", que se suceden en trenes de ferocidad y tenacidad hasta esta lucha sub estelar.

-   ¡Ya párenle pinches jotos, parecen judiciales caníbales, cabrones¡

-   ¡Cállese, o sigue usted cabrón¡
Interpela burlón Canek.

-¡dónde estás p%$##e “réferi” vendido, 
te haces p&%&%&o¡

El Acapulco, siempre proclive a las artimañas del bando “sucio”, sólo ríe complacido, como si los insultos fueran elogios a su descarado desempeño.  

Vuelan los insultos y se estrellan en los acantilados de cinismo que sostiene la soberbia de los rudos, enseñoreados a costa de reducir a escombros el arte y la belleza marcial de Gram Hamada, quien ya no siente lo duro sino lo tupido. Un minuto antes El Villano fue sembrado por un tope violentísimo de Cánek en la tercera fila, proyectado hasta allá por el impulso del lance. La combinación y el relevo de los rudos está sincronizada en una especie de danza terrible que se alterna para hacer contacto, impactar y reducir la resistencia de los gladiadores “limpios”. Cánek, visitante frecuente de Japón, donde ha triunfado de forma indiscutible, conoce el modo de combate de la lucha libre japonesa, combinación de artes marciales y lucha grecorromana; conoce a detalle esta letal técnica y por eso mantiene a raya al Gran Hamada que ya le ha dado sorpresas en el Toreo de cuatro Caminos

La fama de los luchadores japoneses es bien sabida, con figuras internacionales como Tiger Masked, Antonio Hinoky, Ricky Chosyu, etc; por ello la breve humanidad de los gladiadores del regio “País del Sol Naciente”  no ha sido ningún obstáculo para enfrentar luchadores de gran estatura y corpulencia que nada pueden hacer con esa combinación de agilidad felina, precisión, concentración y fuerza de impacto… 

Pero El Príncipe Maya sabe todo esto y sabe también que la clave de suprimir “la danza nipona” se encuentra en el suplicio continuo y el agotamiento. Fluye la sangre de la frente de Hamada y la máscara del Villano es un hilacho que apenas cubre el castigado rostro. Luego de la última andanada de Suplex, quebradoras, planchas y palancas a los brazos; los rudos deciden que es hora de irse a los vestidores. Rinden primero al Villano tercero, que queda tirado con la cara a las lámparas tras recibir unas tremendas patadas de reversa propinadas por Cánek (su especialidad). Mientras Sangre Chicana obtiene la rendición de Hamada con “la llave de a caballo“, inventada por Rodolfo Guzmán, mejor conocido como El Santo. Así termina el combate.

Siguen los alaridos y las mentadas.

Desde las gradas caen los vasos de cerveza y las monedas, para reiterar su admiración por los madreados.

Se apagan las luces. El ring se vacía.


Todo queda en tensa calma, ya viene la estelar…

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