AKAKUS LIBIA.
AUTOR: ENRIQUE PASTOR
Las diferencias estan a la vista para quien quiera verlas. El caso de Libia no es el de Túnes y menos el de Egipto. El cacareo de las hipocresías europeas y su pasmado símil estadounidense no pueden encubrir el hecho ni con todo el poder de los media, que se han montado en una descomunal marea de desinformación. En libia no hay solo una revuelta social, se trata de una revuelta armada que en ciertos aspectos recuerda un golpe de estado de facciones militares en contra de facciones militares en el poder. Movilizar masas armadas, montar una logística de enfrentamientos y derribar vehículos áereos del ejército libio no pareciera tener el carácter pacífico que definió las protestas en Túnes y Egipto. Las preguntas que saltan a la vista ante los hechos son de otra naturaleza y muy bien pueden estar correlacionadas con el inicio de una conspiración mayor que no necesariamente están vinculadas con Al-Qaeda y sí con aparatos de inteligencia ingleses y estadounidenses. El vacío que deja Egipto tras la caída de Mubarak no es sustituible a corto plazo por lo que la búsqueda de un gobierno títere se antoja de urgencia estratégica para occidente. El propósito último de una política de doble cara es desplegar el control en distintos frentes manipulables para que la contensión se reparta en una mayor superficie geopolítica, de tal modo que en el mediano plazo cualquier contingencia de inestabilidad no afecte en bloque la cadena de relaciones comerciales, políticas y energéticas. Insisto en que a Europa y Estados Unidos les importa un comimino quien quede o quien se vaya al frente de los gobiernos desacreditados de Oriente Medio (incluyendo Arabía Saudita), en última instancia lo que les importa es de qué manera las nuevas condiciones favorecen o constriñen sus intereses, y, esa visión estratégica pasa necesarimente por el factor petrolero y el mercado de armas. Una revuelta armada en Libia manoseada por occidente no dejará una genuina democracia como saldo final, a lo sumo otra dictadura con un rostro más amable y acorde con la ergonomía abusiva de occidente.
Jorge Antonio Díaz Miranda
02 de marzo de 2011
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