lunes, septiembre 22, 2014

SEPARACIÓN HABEMUS



La separación: negación de Narciso


Hace algunos años cometí la ligereza de terminar una conferencia sobre la separación de los amantes citando un penetrante verso de Lou Reed, en el que el cantante newyorkino formula una de las más lúcidas y maduras peticiones de principio en la vorágine de la desvinculación afectivo-fisica: “La encrucijada te llama hacia una liberación, deja atrás vivir la vida de otro, toma el primer tren y ve a donde quieras, dueña de ti, sin culpa, plena y vital, despertando dulcemente a la rara belleza del mundo”.  A los asistentes de la conferencia, en su mayoría mujeres, no pareció molestarles la veleidad con la que yo cerré el tratamiento del tema, pero a la editora de la revista donde logré publicar el articulo si, por la injusta amputación que hizo de la cita final de Reed. Y digo injusta porque de entre la fauna variopinta del rock contestatario de la segunda mitad del siglo XX, el escritor, poeta, músico y compositor, recientemente desaparecido, es una de las voces más representativas y certeras en cuanto a describir la disolución y metamorfosis de los vínculos amorosos  y el naufragio del goce por una sobrecarga de chantajes y mermeladas  existenciales. Del rompimiento de los vínculos emocionales por una sobrecarga de medias verdades, hipócrita-mente embaladas en un páramo simulador y superficial, que los adultos solemos emplear de emergencia cuando todo se ha ido por el caño. El sacrificio de la pasión cuando la crisis de la pareja estalla con un vendaval de resentimientos acumulados, culpándose mutuamente de no ser fieles al ritual de la codependencia.

Al final, la única lección definitiva de cualquier proceso de separación afectiva es que nada ni nadie es para siempre.  Entre ganar y perder se vive una búsqueda desesperada, divertida, hedonista, se colman los sentidos y se vuelcan los sentimientos. Los afectos habitan siempre un territorio frágil que a cada paso se resquebraja. Como se ve, ningún sueño es para la eternidad y la ilusión de lo perpetuo es pura feligresía neurótica…

O al menos eso es lo que dicta mi propia experiencia, sin pretender apropiarme el papel pontificio de la generalización y sin desear que se me confunda con un apologético del rompimiento amoroso. En el complejo y cambiante territorio de los sentimientos no hay lugar para generalizaciones: hay separaciones terribles y separaciones livianas, hay separaciones tristes o festivas, hay separaciones que terminan antes de dar formal terminación al matrimonio, hay separaciones que terminan en divorcio que es el contrato legal en el que se especifican su objeto y condiciones con alcances legales, hay separaciones que terminan en gozosas reconciliaciones, hay separaciones que desembocan en segundas nupcias con la misma pareja, hay separaciones intempestivas y otras que van madurando como la uva de los buenos vinos. En efecto, hay separaciones de todos los tipos e intentar clasificarlas en un patrón es puro ejercicio insulso.

A esa amputación evidentemente moralista, están dedicadas estas líneas y no con resentimiento, sino sólo con la convicción de reafirmar la fuerza y la intuición de un artista que me gustaba, el cual, se ubica en la línea reflexivo-analítica  de gentes como Igor Caruso, para quien el rompimiento de los amantes es la prueba definitiva de que el deseo trasciende las individualidades y se mueve en un sentido de persistencia consciente, liberándose para volver a amar desde el goce y no desde el dolor o la obsesión.

Adenda bibliográfica. Si alguien desea realizar una revisión literaria sobre el tema, o sobre sus contextualidades poético-separatistas y psicológicas, os recomiendo consultéis con provecho la siguiente novelística y literatura especializada, enlistada en estricto orden aleatorio:

1.      Gabriel García Márquez, Diatriba de amor contra un hombre sentado, Grijalbo-Mondadori.  Un fresco femenino desolado sobre las ilusiones perdidas y el amor vacío. 
2.      Melania G. Mazzuco, Un día perfecto, Anagrama.
3.      Robert Musil, Uniones, Editorial Sextopiso.
4.      Oriana Fallaci, Un hombre, Noguer.
5.      Elfriede Jelinek, Las amantes, Mondadori.
6.      Ingmar Bergman, Conversaciones íntimas, Tusquets.
7.      Berarda del Vecchio, Túmbame, Arcopress.
8.      Elena Sevilla, El silencio de las amantes, Axial.
9.      Gioconda Belli, La mujer habitada, Seix Barral.
10.  Joseph Roth, El triunfo de la belleza, Acantilado.
11.  Beatriz Rivas, Amores adúlteros, Alfaguara.
12.  Henrik Ibsen, Casa de muñecas, Quinto sol.    
13.  Melody Beattie, Ya no seas codependiente, edición electrónica.
14.  Elena de Hoyos (compiladora), Bajo la sombra del guamúchil. Historias de vida de mujeres indígenas y campesinas en prisión, Edición electrónica.
15.  Igor Caruso, La separación de los amantes, Siglo XXI editores.  
Separata de última hora. Sin querer queriendo como dijera el clásico Chavo del Ocho, me acabo de enterar del “sensual” divorcio de unos viejos amigos gracias a la indiscreción de unos mórbidos conocidos, que me han pedido sumarme a la hostia de chacotear alegremente el infortunio ajeno.

Lo único que puedo decirles a los protagonistas es que guarden la calma y espero sinceramente que sea un feliz reencuentro con la parte de responsabilidad que les corresponde.


A los segundos, lo único que puedo decirles es que son patéticos, envejeciendo indignamente con sus cerebros sicalípticos y oligofrénicos.

EL SISMO DE 1985 EN MÉXICO (SEGUNDA PARTE)



EL SISMO DE 1985 EN MÉXICO
29 AÑOS DE ESTADO AUSENTE
Segunda parte

JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
Septiembre de 2014

¡Ya no dios mío, ya no¡
Oficialmente la tragedia no fue para tanto. Sólo seiscientos muertos, fueron los reconocidos por la contabilidad institucional. Hubo enormes daños estructurales a edificios recién construidos por el INFONAVIT, pero los archivos de los dictámenes técnicos que establecieron las causas, en su mayoría vinculadas con defectos estructurales y uso de materiales deficientes, se resguardan como secreto para los próximos cincuenta años. El PRI y el gobierno montaron un operativo furtivo para borrar conciencias, pagar silencios y ocultar responsabilidades. El sistema activó el capitalismo de cuates y compadrazgos para garantizar que la impunidad se mantuviera como un privilegio de clase. El PRI se pone a las órdenes del presidente junto con toda su estructura caciquil: CNC, CROC, CNOP, CTM y los sindicatos charros como el SNTE, SME y PEMEX, y el frente juvenil revolucionario, principalmente, elaboran una declaración conjunta para cerrar filas y marchar juntos en el acuerdo político que respalde cualquier medida de control Estatal. Una reunión en la residencia oficial de los pinos, en octubre de 1985, entre el secretario de gobernación y empresarios del ramo de la construcción sirve para pactar complicidades y continuar con la obtención de contratos multimillonarios para la reconstrucción. Ahí mismo, la confederación patronal de México, la cámara de comercio y la comisión bancaria, presionan al presidente para abreviar trámites y activar los fondos federales del organismo para la Renovación Habitacional Popular, transfiriendo su bolsa de recursos, valuada en 130 mil millones de pesos, a las cuentas fideicomisadas por empresarios del sector de la construcción, que reclamaron derechos de exclusividad para los contratos en la fabricación de 40, 000 y 60, 000 viviendas nuevas. Por su parte los banqueros también presionan para que las instituciones de crédito administren  la cuenta concentradora de créditos populares para la obtención de una casa, valuada en una bolsa de 600 mil millones de pesos. El reparto del botín se negoció oscuramente en las altas esferas de la política y la economía. 

Oficialmente la solidaridad y la organización popular no existieron nunca. Sólo robos, saqueos, abuso de la masa de pobres que se volcaron a las calles para despojar cadáveres, saquear  casas derruidas, desprender muebles de baño, asaltar tiendas de autoservicio, pepenar, robar muebles y electrodomésticos, comerciar con el infortunio urbano, introducir el desorden,  desafiar a la policía y estorbar al ejército en el despliegue de su plan DN-III. En la reunión de evaluación de daños, celebrada el  21 de septiembre, el secretario de la Defensa Nacional recomienda al presidente de la república instaurar medidas de excepción como el toque de queda para hacerse con el control de la situación e imponer el orden. Pero nadie pudo apoyar tal moción, pues era evidente que la estructura de gobierno estaba rebasada por la magnitud del siniestro y los medios internacionales de comunicación informaban sobre la solidaridad anónima de la gente a pesar de que la tragedia continuaba en las calles. Si bien el cuadro de destrucción era dantesco, como si roedores gigantes hubiesen desgarrado los cimientos de calles y edificios para que la tierra se tragara a todos, la gente respondió rápidamente con una gestión eficiente y una división del trabajo bien organizada. Los vapores de la muerte se elevaban a todo lo alto, decenas de personas eran rescatadas vivas, así como cientos de cuerpos fueron recuperados para reconocimiento forense. La gigantesca labor fue realizada por voluntarios que diariamente salían a las calles para sumarse al esfuerzo colectivo. Plazas públicas y estadios se improvisaban como morgues y anfiteatros.  A pesar del riesgo sanitario y el peligro de epidemias, la gente salió a las calles haciendo  caso omiso de la propaganda de desinformación que el gobierno había montado con TELEVISA. La gente fue movida por solidaridad con sus familiares, amigos, vecinos o conocidos. Los gritos que surgían debajo de toneladas de escombro fue motivo para que las personas improvisaran equipos de rescate o usando sus propias manos o formando cadenas humanas, mientras comités vecinales o familiares organizaban y montaban comedores públicos para los voluntarios y heridos. Fueron las clases populares las que surgieron de todos lados para rescatar a sus connacionales: obreros, campesinos, albañiles, estibadores, organilleros, boleros, macheteros, cargadores, limpiaparabrisas, barrenderos, fontaneros, carpinteros, comerciantes, curtidores estudiantes, jóvenes banda, desempleados, pensionados, ayudantes, empajadores, artesanos, afiladores, zapateros, boleadores, torneros, mecánicos, torteros, fritangueros, globeros, emigrantes recién llegados a la ciudad de México, niños y niñas, mujeres y hombres trabajando hombro con hombro para retirar los despojos. Enterradores y sepultureros trabajando horas extras, meseros y cocineros, cantineros, fonderos, veladores, ambulantes, pajareros, indigentes, trabajadoras sexuales, amas de casa, famullas, tejedoras, hilanderas, costureras, obreras, vendedoras, secretarias, recepcionistas, telefonistas, etc.

¡No estamos solos, no estamos solos, únete pueblo, cuenta con nosotros, contamos contigo¡

Quiero insistir en que fueron las clases populares las primeras en responder y las últimas en retirarse a pesar del asedio del ejército, la intimidación y la execrable corrupción que la policía metropolitana traficaba para inculpar a vecinos testigos de sus tropelías. Poco tiempo después, se sumaron universidades públicas y empresas privadas que complementaron las labores de rescate. Porque la labor de los grupos de voluntarios no se limitó sólo al rescate de heridos y cuerpos, sino también a la gestión de albergues para más de un millón de damnificados que se quedaron sin hogar. Y en este último y determinante aspecto también fue el pueblo quien se organizó de forma eficiente para atender las necesidades básicas de techo, alimentación, hidratación, vestido, calzado, salubridad, sanidad, sostenimiento de la salud y continuación de la educación. 


viernes, septiembre 19, 2014


EL SISMO DE 1985 EN MÉXICO
29 AÑOS DE ESTADO AUSENTE
(PRIMERA PARTE)


JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
19 DE SEPTIEMBRE DE 2014


¿Para qué gobernar si podemos declarar?


La verdadera caída del sistema se operó a las 7:15 de la mañana del 19 de septiembre de 1985, cuando un sismo de  8.1 grados en la escala Richter, devastó casi en su totalidad el centro histórico de la Ciudad de México con efectos desmesurados que destruyeron o afectaron casi el 80% de su infraestructura urbana. Al comparar la reacción espontánea de la gente con la que más tarde desplegó  el gobierno de Miguel de la Madrid, podemos establecer severas inconsistencia en el lado institucional  que sólo se dedicó a resguardar con el ejército bienes inmuebles, comercios, industrias, edificios oficiales, notarias y recintos del ejecutivo federal, legislativo y judicial. El retiro de las obligaciones del gobierno en cuanto a la asistencia social y la procuración de bienestar en momentos de crisis fueron sustituidas con una jettatura de facto, militar y policiaca, que en todos los casos estorbó la gestión social y los trabajos de rescate, retiro de escombros, reconstrucción, sanciones y la consignación de responsables por las deficiencias de construcción que se encontrarían en edificios de interés social.  El crecimiento desmesurado y desordenado del Distrito Federal hasta alcanzar 500 kilómetros cuadrados sin considerar el tipo de suelo cenagoso fue a la postre lo que determinó la magnitud de la destrucción en el primer cuadro urbano de la ciudad. Los años acumulados de una política simuladora en materia de asentamientos humanos, permitió la construcción de edificios gigantescos sin una mínima regulación sobre la calidad de los materiales y sin considerar elementos de prevención en caso de ocurrir un desastre. Pero no sólo edificios habitacionales sufrieron daños estructurales, también algunas fábricas se vinieron abajo sepultando con toneladas de cemento y estructuras de metal a costureras y obreros. En otros casos se encontraron establecimientos de producción industrial que funcionaban sin cumplir medidas mínimas de seguridad laboral o planes de prevención en caso de siniestros. La violenta onda símica se propagó rápidamente en el lecho fangoso del valle de México con un efecto mecánico de amplificación y aceleración, lo que sellaría el destino de muchas edificaciones del centro histórico y terminaría con la vida de cientos e personas a las que nos dio tiempo de reaccionar para poner a salvo su vida. El área severamente afectada como ya se puntualizó fue la el centro de la ciudad, su extensión fue de 23 kilómetros cuadrados, dentro de la cual, se contabilizaron 5727 edificios dañados y 3800 viviendas. Centros educativos, industrias, hoteles, dependencias públicas estaban alojadas en edificios que se construyeron originalmente para viviendas. Pero el caso más emblemático del cúmulo de corrupción lo padeció el ala de maternidad del hospital siglo XXI que recién construido por el gobierno federal se desplomó  por la baja calidad de los materiales empleados para su construcción y el erróneo cálculo estructural que puso de manifiesto la falta de regulación gubernamental sobre las empresas constructoras. Esto último también fue la causa de que se desplomará el edificio 102 de la unidad habitacional Tlatelolco. Las muertes reconocidas oficialmente fue de 10 mil personas lo que se contradice con mediciones y proyecciones estadísticas generadas  por el INEGI que duplican esa cifra. 

jueves, septiembre 18, 2014

DO ANDROIDS DREAMS OF ELECTRIC SHEEP?



Do Androids Dreams of Electric Sheep? Es una muestra recalcitrante de literatura New Wave llevada hasta sus últimas consecuencias existenciales. Contiene todos los elementos narrativos de la gran novelística de ciencia ficción, entretejidos con maestría y originalidad por Philip K. Dick en un impactante tapiz futurista, fantástico, intimidatorio y fatalista. El argumento parte de una crítica ontológica de la modernidad y un sarcasmo corrosivo sobre todas aquellas decisiones tecnológicas que han deshumanizado a las sociedades más avanzadas. El marco de la historia es el de la posguerra nuclear en el que la humanidad al ver destruido su planeta, emigra simplemente a colonias ubicadas en el espacio exterior, utilizando androides humanoides súper inteligentes como sirvientes de segundo orden. Estos “replicantes” se amotinan ante la estupidez de sus amos humanos y entonces la policía los condena a una cacería despiadada. En ese mundo desdeñado y mancillado por polvo radioactivo, los ingenieros en genética han logrado fabricar la versión más avanzada de unidad cerebral robotizada denominada Nexus-6, dotada con dos trillones de elementos cerebrales y 10 millones de cómputos cognitivos simultáneos, que le permiten elegir en segundos cualquier tipo de reacción conductual que se lleva a cabo con una vitalidad tres veces más fuerte que la de cualquier humano sobresaliente.  Un equipo de estas unidades Nexus  logran regresar a la tierra donde un culposo -y degradado moralmente- agente de policía,  los extermina uno por uno, pero no sin darse cuenta que ese hecho lo envilece y lo despersonaliza aún más. Porque los replicantes vuelven a la tierra buscando las mismas respuestas sobre el sentido de la vida que se hace la humanidad, ¿quién soy, de dónde vengo, hacia dónde voy, cuánto tiempo me queda? Este perfil superdotado hace que los andrillos sean declarados altamente subversivos y peligrosos para la misma especie humana, que no puede identificarlos como maquinas sino a través de un sofisticado test de empatía psicológica que detecta un error de fabricación, el cual, se manifiesta como un “achatamiento emocional” que expresan sociópatas y esquizofrénicos humanos.  
   
Vale la pena sumergirse en la sinuosidad literaria del libro, con su vena poética y su paradójica esperanza nimia. La editorial Pocket-Edhasa lo ha editado en español con una traducción muy digna de parte de Cesar Terrón, aunque su nombre sufra una flagrante alteración con sentido comercial: Blade Runner, ¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas?                   

lunes, septiembre 15, 2014

FIESTAS PATRIAS: MITO NACIONALISTA DE LAS ELITES E IMPOSICIÓN DE LA DESMEMORIA



Fiestas Patrias
Mito Nacionalista de las Elites e
Imposición Oficial de la Desmemoria

By Jorge Antonio Díaz Miranda
Septiembre de 2014

Como pasa con casi todo el catálogo de festividades oficiales, las fiestas patrias no tienen nada que ver con la historia de México, tampoco con la supuesta identidad de los mexicanos, vamos, ni siquiera con la cultura popular. La supuesta memoria mexicana, impoluta e indivisible que en su tiempo reivindicaron como ideario nacional, gentes como Vicente Riva Palacio, José Vasconcelos, Samuel Ramos, Leopoldo Zea, Santiago Ramírez o el mismo Octavio Paz, y, que, más recientemente reeditaron con pompa bicentenaria Enrique Florescano, Fernando Benítez o Héctor Aguilar Camín,   en sus facetas de caciques omni-culturales o intelectuales orgánicos;   no es más que una entelequia cognitiva que se formuló para hacer coincidir un solo tipo de hermenéutica histórica –y no la mejor de todas- con la emergencia de una clase política arribista y ultra-conservadora que se aglutinó alrededor del Partido Revolucionario Institucional (PRI). La escalada elitista en el imaginario social –que no popular- siguió vías autoritarias para imponer una doxa peculiar, que dictaba desde el poder lo que está permitido celebrar. Se trata pues de la expresión interpretativa de élites que recortan una retícula mítica sobre la dialéctica histórica, para presentarse como los herederos de una éxomologesis autoconstruida y un ritual de reproducción sociológica que busca en última instancia la explotación chantajista de la renta ideológica, cuya estructura pontificadora se parece más a una franquicia comercial que a una representación social consensuada y admitida. De ahí su altanera selectividad y su renuencia a admitir la crítica que abre la historia desde su dialéctica meta-política. Dicho en clave antropológica, se trata de una construcción litúrgica en donde se lleva a cabo un acto de fe que no puede admitir duda o reserva. La propaganda política cuenta con el hecho del olvido de las masas y su impresionante sistema de recompensa: multiplica una mentira expresada con los términos más sencillos y es admitida como una verdad asociada a beneficios de corto plazo, como el pan y el circo que prodigaban al pueblo los emperadores romanos. La homilía celebratoria del oficialismo laico –sólo en el discurso-, quiere hacer olvidar que la independencia fue promovida por una élite criolla marginada por los españoles peninsulares, y que sólo fue posible por el relajamiento decimonónico en la administración colonial de los Habsburgo y el triunfo reformista de los ascendentes borbones que pusieron sobre la mesa un hecho incontrovertible: mantener a las colonias ya  no era redituable a menos de endeudar de forma insostenible a la casa real. De modo que la independencia se impuso desde arriba y utilizó como instrumento de propagación a un exaltado religioso para quien la participación del pueblo llano, conformado por mestizos, indios, mulatos y negros, era una obligación con dios antes que con cualquier expresión de clase, especificidad cultural o mejoramiento de condiciones materiales de existencia. Y fue convocada la participación del pueblo a través de las campanas de la iglesia,  significando que el movimiento estaba ligado a una misa y una homilía en la que se promulgaría la guerra santa para lograr sólo una jugosa materialidad administrativa. El conservadurismo y no la liberalidad representativa, fue lo que arengó a las masas. El movimiento estaba en manos de élites eclesiásticas y militares criollas, y, así se consumó hasta degenerar una vez más en risibles figurines de opereta que vieron llegar su turno para auto proclamarse ellos mismos emperadores: Agustín de Iturbide y Antonio López de Santa Anna. Otra vez una élite auto-citada en el devenir de la historia, antidemocrática, centralista y autoritaria. Tal como se ve desde este sucinto y condensado repaso histórico, el dilema finisecular del México de los siglos XIX, XX y lo que va del  XXI sigue reeditándose entre un poder centralista que se impone a todo y una parálisis popular que no sabe cómo quitárselo de encima. De ahí que las celebratorias oficiales no tengan nada que ver con la pluralidad cultural del país, ni con su realidad política o económica. Tiene que ver sólo con el dominio y el poder que detentan las élites. Tiene que ver con su unipersonal construcción mitológica. Tiene que ver con una impostación reticular que quiere hacerse pasar como objetividad del devenir histórico. Tiene que ver con explotar convenientemente los ritos de la “mexicanidad” para manipular eficazmente a las masas.
En la pura jaculatoria conservadora a-histórica, pueden encontrarse las claves de la simulación y las mentiras que se repiten a nauseam, para conculcar una identidad impostada en la que sólo tiene lugar el onanismo y la ebriedad. El opio del pueblo administrado a través de la propaganda ideológica que trata de convencernos -con una oscura  obsesión maniática-, de que México ya cambio y sus problemas y complejidad social han quedado resueltos a través de una cristalina y etérea lealtad a los símbolos. Con un grito que quiere significar otra cosa distinta de la verdadera independencia, tan lejano de cualquier libertad individual, social, política o económica y tan cercana al autoritarismo de los usos y costumbres y su aprovechamiento por parte de particulares que no están dispuestos a ceder ni un palmo de sus privilegios. Esto es lo que significan las fiestas patrias, a la luz de su expresión mítica, ritual y litúrgica: una vulgar voluntad de poder que nos quiere imponer la versión del derecho divino  de las clases privilegiadas de éste país, a un precio elevadísimo que tenemos que pagar porque nos hagan el favor de vivir entre nosotros como cleptocracia emperifollada y manirrota. 
Pero el lector incisivo y atento preguntará qué tienen que ver los criollos que encabezaron y se vieron beneficiados con el movimiento de independencia iniciado en 1810, los caudillos y sus cachorros beneficiarios de la revolución de 1910 y la clase política priísta que se enseñorea en nuestros días con un nefasto gesto dinástico; si cada uno de tales estratos emergen de condiciones sociales aparentemente distintas. Una clave de su vinculación y reciclaje histórico ya fue esbozada páginas más atrás al caracterizarlas como élites centralistas, monopólicas y autoritarias. Otros elementos característicos también han sido esbozados como el arribismo y la cleptocracia. Pero sobre lo último cabe insertar una adenda que complete su perfil simulador y ventajoso. No cabe duda que la base de operación de esta nueva casta de arribistas, en cada periodo histórico desde la colonia hasta la modernidad, ha sido la administración pública y la base material que apuntala su poder es la corrupción.
En la colonia los criollos son secretarios de primer nivel del poder peninsular, con vínculos estratégicos en la administración de los asuntos terrenales de la iglesia y el ejército. Sirven como vínculo de conveniencia y colaboración entre los pastores, los señores y los perros, según la ecúmene social del tardío medioevo novohispano. Ellos hacen las leyes y las ejecutan, administran los bienes de las encomiendas, hacen posible la expansión comercial y el acopio de los caudales, son la vanguardia del despojo de las tierras, el aniquilamiento de los últimos bastiones indígenas, del engrandecimiento de la tesorería seglar y eclesiástica cuando la inquisición posa sus garras sobre los sospechosos de judaísmo. Su riqueza proviene del óbolo castum  que imponen a los fugitivos o indiciados para no revelar dónde se esconden, o de posponer el ejercicio del brazo de la ley,  o de amortiguar con artilugios y simulaciones leguleyas la ejecución de la sentencia o llevar los bienes requisados al socorrido mercado negro que fundan con falsos edictos de procuración comercial. Son los criollos los que fundan el repertorio de modalidades de la corrupción, esclavista, industriosa, comercial, encomendera (explotación), jurídica, política, estructural, simuladora, económica, proxeneta, especulativa, religiosa, escatológica, pervertida, académica, vividora, panegírica, cómplice, encubridora, genuflexa, cleptocrática, mafiosa. De hecho el mayor mérito histórico de los criollos es haber institucionalizado la corrupción con una fachada legal, fundando el monopsonio del crimen organizado. El porfirismo es una extensión tardía de la corrupción criolla con todos sus efectos y alcances legales e ilegales, aunque con una expresión más descarnada, clasista, de exclusión, sometimiento, servidumbre o exterminio de minorías, sobre todo indígenas, con las que se suprime cualquier deuda moral.
El breve período del caudillismo revolucionario no puede cubrir la irrupción de masas agrarias, que aunque desarrapadas y desorganizadas introducen una ruptura momentánea en el ordo establecido, aunque con una huella más bien efímera que sirvió a los hijos de los generales para encumbrarlos a ellos en la palestra máxima de la política extractiva y padrotera. Los cachorros de la revolución son como los criollos, sobrevivientes de la convulsión social y los encargados de cobrar facturas por hazañas ajenas, los nuevos ricos que engordaron con el hambre de los desarrapados, comerciando con ello en refinados centros de poder, preferentemente situados en extranjía. El zafarrancho de la bola fue un golpe de suerte que eliminó a los radicales de uno y otro bando, violentos y desalmados sin ninguna visión real de transformación, sin un proyecto político trascendente o un plan de reinserción social hacia la vida democrática. Beodos de mecha corta que sólo querían solazarse de sus asaltos militares en cómodas haciendas de retiro. Pero los juniors no pensaban así. Esperaron y prosperaron. Almacenaron todo lo que pudieron y cada derrota en uno u otro bando, la capitalizaron para sus caudales particulares. La partida de Díaz en el Ipiranga, el asesinato de Madero, la aniquilación de los agraristas y la eliminación huertista para instalar un gobierno formal; fueron saludadas como nuevos repartos de botín y la redistribución de parcelas de poder. El control político derivado hizo emerger la figura de los caciques como dispositivos de contención social. Es con estos cabecillas rurales con lo que los cachorros de la revolución construyen las fuerzas vivas de su futuro partido aplanadora, verdaderos reservorios de base que les permitirán re-infiltrarse en todos los órdenes de gobierno, sobre todo el de la administración pública y los nacientes poderes de la unión, legislativo, judicial y ejecutivo. Los cacicazgos gremiales son la creación de la nueva clase política con la que cooptan a todos los sectores de la sociedad, agrarios, obreros, clase media, profesores, burócratas, licenciados, etc.  Las confederaciones restan fuerza y en algunos casos sustituyen a los nacientes sindicatos. La figura de los líderes es ensalzada por su influencia o contacto directo que sostienen con el titular de la presidencia de la república, su peso específico para provocar que el partido único salga triunfador en las elecciones de cada sexenio. Cada movimiento contestatario es absorbido por la gran capacidad mimética el sistema que se alimenta con la información de 27 corporaciones policiacas, un ejército perfectamente entrenado para sofocar la insurgencia interna y poderes del Estado alineados en torno de la figura del presidente. El humilde origen de los cachorros de la revolución no lo es tanto por las privaciones de su infancia sino precisamente por las actividades criminales de su generación inmediatamente anterior, que durante el estallido revolucionario y sus postrimería se desempeñaron como  abigeos, personeros, soplones, cuchilleros, truhanes, pícaros de la más baja calaña, estafadores, prestamistas, engañadores, falsos mendicantes, conspiradores, dobles agentes, pícaros de toda calaña, fanfarrones, ladrones, traficantes, falsos mesías, vendedores de mercaderías fantásticas, bucaneros, extorsionadores, sicarios, rurales, fantoches, policías o militares de alto rango, “científicos”, periodifastros, ventajeros áulicos, prestanombres, beatas y feligresía, nigromantes, profetas, falsos clérigos, charlatanes, tramposos, vagabundos, aventureros, filibusteros, perdularios, apátridas, perjuros, tahúres, mercenarios, malhechores, sodomitas rufianes, crápulas, bellacos, faramalleros, matones, golpeadores, proxenetas, buscones, trotamundos, prevaricadores, falsificadores de edictos oficiales, perdonavidas, gestores e intermediarios, licenciados sin estudios, improvisados doctores, ingenieros, doctores, oradores y escribanos, falsos profetas desterrados, lacrimosos aplastados por el peso de su gula, menesterosos deseosos de ser incluidos en el presupuesto, medrantes del erario público, amantes de la hacienda gubernamental, madrinas dispuestos a cualquier infamia, nuevos ricos con caserones de mal gusto y nula educación, rancheros broncos y capataces, caciques rapaces de la riqueza que se extrae de la miseria de los semejantes…
La última y más reciente transfiguración de los cachorros de la revolución, es la de los tecnócratas que hacen de la economía un objeto sacro con nuevos dogmas como la estabilidad de la banda monetaria de flotación y el repunte de los indicadores macroeconómicos. El endeudamiento del país y su venta conforman los dos mandamientos de su grey. Modernidad sin un real cambio histórico, maquillaje para los problemas del país y la separación de la realidad del país a través de una burbuja de aduladores,  es la receta tripartita perfecta de su acontecer cotidiano. Aunque, como antaño, el saqueo del erario siga siendo su meta sexenal y su bono de retiro. Como en los días de Venustiano Carranza que puso de moda la carranceada como un tópico  del folclor político, los tecnócratas huyen del país estableciendo una sana distancia de impunidad. La summa cum laude sin embargo no reside en esa conversión gubernamental de funcionarios de alta burocracia en CEO´s pujadores de multinacionales. La magia está en la continuidad del envilecimiento de todos los aspectos vinculantes de la sociedad a través de la socialización del burdel y la aceptación del intercambio desigual de los favores del poder. El tráfico de favores carnales y en metálico permea todos los órdenes de la administración pública, la conformación  de los poderes de la unión y la relación entre estos, los intereses de clase, los altos negocios, la meleé sincrética de la banqueros con las políticas económicas y su gobierno paralelo asentado en el gobernador del banco de México. La prostitución de la ciudadanía requiere despersonalización y cosificación de los determinantes culturales y políticos, por lo mismo, para las élites todo se reduce a una cauda de alfombras humanas que sirven como postín de caja chica para contrarrestar las estafas entre ellos, o cuando los grandes saqueadores del mundo deciden parar la economía con fraudes cibernéticos. La vieja receta de privatizar las ganancias y hacer públicas las pérdidas es el resumen condensado de la infamia y la pequeñez extractiva. Los tecnócratas se alejan volando de lo popular y del populismo pero no renuncian, al igual que los criollos de la independencia y sus abuelos los cachorros de la revolución, al mito de los símbolos patrios y la impostación de la desmemoria. Como aquellos, imponen, prescriben, mandatan el guión mítico que han probado desde 1830, año de nacimiento del rito y los símbolos patrios, en una sucesión y recapitulación de bajezas y crimen sin castigo que se antojan interminables. Son ellos los que a lo largo de la historia pasada y reciente, quieren tener amarrados los asuntos de los hombres tanto en el cielo como en la tierra, en una teología nacionalista que admite como próceres a pederastas, encubridores, delincuentes y vividores  profesionales. Son ellos, los protagonistas de la gran comilona, del teatro de la simulación, de la opereta, los proxenetas del putero nacional. Los mismos que alimentan el ritual de lo idéntico para no gobernar por el bien de las mayorías. Los que simulan para no rendir cuentas y seguir gastando el erario con alegre opacidad. Corruptos y corruptores, envilecedores de la más baja estofa, ostentadores cínicos del kisch  y el bluff, en la república mexicana de las fuerzas vivas que se venden al mejor postor. El país de jauja donde todo lo que tiene un precio es barato. El país de la riqueza insultante que no se cuenta, se pesa. La diferencia entre jodidos y poderosos es que unos cuentan sus quintos y los segundos los pesan con balancines de oro.                                               

jueves, septiembre 04, 2014

PALO ALTO





Jorge Antonio Díaz Miranda
Septiembre 2014

This movie smile like teen spirit. 

This Gia Copola´s emotive movie, have a real history, poetry, great and frontal visión under no future of american grind childrens.  

James Franco make the guion with hard reminisense of your pre-adolecense, that incredible revelation of new artistic expressions. 

This movie have a nice rithmin and smart speech, so beauty, so realistic and smart narrative form.      

The soundtrack is marvel and consequence. 

This is a cinematographic pearl.  




ISKANDER_SER EL VIENTO


PARA RELAJARSE DESPUÉS DE UN SÓRDIDO ASALTO, NADA MEJOR COMO EL POP Y SUS BURBUJAS DE FELICIDAD... SEGUIMOS VIVOS, AUNQUE SOLO SEA POR HOY. 

¡GRACO ERES UN INÚTIL¡

¿NOSTALGIAS DE LA CARGADA O ACTUALIDAD DE UN RITO QUE NO SE FUE?



¿NOSTALGIAS DE LA CARGADA O
ACTUALIDAD DE UN RITO QUE NO SE FUE?


Jorge Antonio Díaz Miranda
Septiembre 2014


El primero de septiembre es el día del presidente. Los cachorros de la revolución lo instituyeron y fueron creando, a golpe de complicidad, su ritual orgiástico, bacanal. Pare ello también inventaron los cochupos, la cargada, el moche, el carro completo, el carrusel, el ratón loco, la tamalada, la corrupción institucional, el besamanos, la alquimia electoral, el dedo, la entelequia democrática y el crimen organizado;  porque “el partido debe sostenerse con las aportaciones de sus miembros”. Ellos y sólo ellos, inventaron el presidencialismo, rito máximo de pontificación del presidente de la república, la suma plurisecular de las genuflexiones burocráticas que se hacen para que el titular en turno se crea el cuento de que es una especie de dios. Casi en ningún otro lugar del mundo existe un ritual equivalente, tal vez el beso al anillo en el rito de la jerarquía católica al saludar los cardenales al papa, o los complejos protocolos de las rancias aristocracias europeas al prodigar pleitesía al titular de la corona real. En todos estos casos, la teatralidad y la pompa es un mensaje de poder, en el que aplica el único sentido que pueden tener las palabras: exagerado y grotesco. La sobredimensión de la imagen es un instrumento político autoritario que da la impresión de unidad, fuerza e identidad. Es la repetición de lo mismo y de los mismos, un reforzamiento de gestos y de entendimientos entre la élite que regentea al país. En el caso de México, se trata de un sistema monárquico sin una corona formalmente establecida, que emplea como instrumento político autoritario y base material de su prerrogativa plenipotenciaria al Estado, que no es otra cosa que el partido único-gobierno, el invicto e invencible PRI.  El PRI fue creado por los peores herederos de la revolución mexicana: una casta de vividores profesionales que a lo largo de nueve décadas han parasitado diligentemente éste país con una sangría continua. El saqueo legal de los eternos triunfadores de la clase política tiene siempre una coartada perfecta para no ceder el poder, maquillando su autoritarismo con un boato de consensos y contrapesos “representativos de todas las corrientes de las fuerzas vivas”, que simula cierta operatividad democrática. Pero décadas de repetición de lo mismo no ha podido ocultar que el PRI no es realmente un partido político, es el aparato burocrático que utiliza el gobierno –emanado de ese partido- para abusar y perpetuarse en el poder. Su élite está compuesta por escogidos arribistas y tecnócratas que tienen en común la falta de escrúpulos, principios, nacionalismo, y una codicia desmedida que los convierte en los peores depredadores del país. La democracia sólo existe en los ritos oficialistas, en septiembre, cuando todo el aparato propagandístico se activa para montar un burdo ejercicio de revisión histórica, que tiene como propósito recordar dos cosas:
1.    Que el tiempo de los héroes y los cadillos es incompatible con la preeminencia moderna del Estado y sus instituciones republicanas., y,
2.    Que la materialidad del patrioterismo sólo puede degustarse en la mixtura de conocida marca comercial de cerveza y experimentarse con los furores deportivos del bofe nacional (el boxeo) cuyos campeones prefabricados se dedican a “noquear” rivales a modo.

En las distinguidas fechas de ágape nacional, todas las fuerzas políticas se unen para el besamanos tradicional, ceremonia  en que el presidencialismo se enaltece como el becerro de oro y las tablas de la ley, epítome encumbrado de la institucionalidad y razón de ser de la obediencia debida que todos los ciudadanos de segunda y tercera deben observar en estricto apego a la ley.  Por esa razón los spots televisados se vuelven virales, frecuentes y francamente vomitivos en cuanto a sobre exhibir   el héroe del momento de la historia actual del México moderno,  el presidente de la república, “número uno en entrega y auto sacrificios para llevar a este país a la respetabilidad del concierto de las naciones, impulsando con su amplia visión, reformas estructurales para que este país al fin consiga una apertura competitiva y modernizadora ante el mundo, que llegan, para infortunio de los que menos tienen, con retraso, tras largas y tortuosas décadas de luchas sociales y logros incontestables…etc., etc., etc.” 

¿ Y el informe apá? Más de lo mismo. Enrique Peña Nieto en Campaña, anunciando harto dinero y obras y viejos programas con nuevos nombres como PROSPERA. Pura piña colada con atole, nada qué decir sobre el combate a la corrupción  ni sobre la nueva oleada de violencia. 


Posdata. Cada detractor a estas líneas dirá que todo lo que se ha dicho ya se sabe, entonces, preguntarán, ¿para qué reescribirlo desde una posición tan cómoda como la del supuesto crítico social? La respuesta natural a esas interpelaciones peculiares es que si bien todo el mundo puede saberlo, casi nadie se ha puesto a sistematizar y establecer el peso específico de su influjo. Incluso en estos tiempos en que figuras convocantes y aglutinantes como las de Andrés López Obrador, los ritos del poder no se han detenido y son cada vez más desafiantes en cuanto a escándalo, dispendio, despilfarro de recursos y opacidad financiera. La oposición del partido del peje no ha sido en términos prácticos ni significativa, ni determinante, si bien se registra un gradual aumento de participación que pueden contarse en millones, esto no se ha traducido en mejor organización ni en una estructura de participación descentralizada: todo está centralizado en la figura del líder, todo debe pasar por él, él es el único que puede decir cuál de los miembros tienen el pedigrí correcto de la izquierda endémica, dinástica. , reproduciendo el único modo de hacer política y beneficiarse en el intento. Lejos de erradicarlo de sus filas, la adoración popular que aísla al líder de izquierda, es una micro-reproducción sociológica del rito mayor que es el presidencialismo, cuyo objeto de deseo o figura de recompensa ideológica es el presidente de la república.