sábado, noviembre 09, 2013

TESOROS CULTURALES DE LA NEGRITUD MEXICANA. DANZA Y MÚSICA DE LOS DIABLOS DE LA COSTA CHICA (GUERRERO Y OAXACA)



JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
Noviembre de 2013


En el año 2006 el museo de las culturas afromestizas “Vicente Guerrero Saldaña”, el ayuntamiento de Cuajinicuilapa Guerrero, la Dirección de Radio (en tiempos del visionario y estimado Francisco “Paco” López) y el Departamento de Antropología de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, se conjuntaron para producir el documental Danza y Música de los Diablos de Guerrero y Oaxaca. En virtud de que la danza y la música forman parte del patrimonio cultural intangible, la producción del documental tiene como propósito preservar esta tradición vinculada a la tercera raíz cultural de México, la de los grupos afromestizos de la costa chica de Guerrero y Oaxaca.   El documental contiene dos partes, en video y en audio, y ambos constituyen  bellos registro de la tradición de día de muertos tal como es celebrado por las culturas afromestiza  de Cuajinicuilapa (Guerrero) y Pinotepa Nacioanal (Oaxaca). Con cuidadas edición y producción artística, además de un cuadernillo explicativo con un trabajo fotográfico de primera, el ágape sonoro y visual se completa testimonios orales de cronistas, compositores y danzantes locales, preocupados por preservar esta tradición tan vigorosa como alegre, tan entrañable como vital.

La danza de los diablos es la tradición que caracteriza esta festividad y en ella se representa la convivencia de vivos y muertos, la comunicación con la memoria de los caídos en la sombra. La danza y la música, las ofrendas, las procesiones, la limpieza de las tumbas en el panteón; constituyen elementos con los que los locales hacen “revivir” el recuerdo de los que se fueron, aunque con una diferencia sustancial respecto de otras festividades en México: los muertos saltan de la tumba por el llamado de la música y se integran al carnaval, a la alegría colectiva, y a la lucha que se representa entre el bien y el mal. Los personajes que intervienen en la danza son: el diablo mayor o “Tenango”, quien la dirige, va vestido como vaquero del “old western”, látigo y chaparreras sobre los pantalones. La picaresca está representada por su “esposa la minga”, un hombre vestido de mujer, que baila con los condenados con movimientos sensuales, agitando sus formas ampulosas y coqueteando con el público. Su vestido orlado y vistoso es complementado con un reboso dentro del cual lleva a su hijo que a veces se le cae. También está "la almita", representado por un niño entre seis y ocho años, que vuela con su aleteo frágil entre las llamas de la condenación, casi siempre pegado a las “piernotas” de la Minga. El resto  son los diablos menores, grupo compuesto por entre 16 y 24 danzantes, que se acomodan en dos filas paralelas. Las ropas que utiliza la compañía de danzantes debe ser preferentemente oscura, vieja y rota. A este atuendo se le agregan adornos o distintivos que indican que quien baila es un veterano o un principiante. Todos usan máscaras de cuero o cartón, elaboradas por artesanos locales, adornadas con largas barbas y bigotes  de crines de caballo. Las orejas deformes son de cartón o tela. Los cuernos son hechos de materiales naturales, preferentemente de astas de venado. Cada barrio cuenta por lo general con uno o dos ”compañías” de músicos y danzantes, los cuales son llevados en tropel a los panteones o frente a las ofrendas,  para que ahí dancen. En la vestimenta se muestra la influencia de los grupos culturales de la zona, compuesta por amuzgos, mixtecos, tlapanecos y afromestizos. 

Generalmente, la música que acompaña a los danzantes es ejecutada por una banda compuesta por tres integrantes.  

El primero de los músicos  toca la Charrasca, como se conoce en la zona a la quijada de burro o de caballo, que es friccionada por un segmento de madera, plástico  o metal.

El segundo músico toca el Bote, también conocido como “tigrera” (elaborado con un bule redondo abierto por un lado) que es una especie de instrumento dual, es decir,  por un lado se trata de un amplificador o caja de resonancia de fricción al que se le tensa una cuerda  elaborada con cuero de venado o chivo; por otro lado, es un tambor de percusión que marca el ritmo.

El tercer músico toca la armónica. 

En algunas zonas se incorpora el violín en sustitución de la armónica.     

Cabe agregar que la danza no solo se ejecuta el día de los muertos, habitualmente es el acompañamiento en sepelios, tanto en velaciones como en entierros. 

Usted puede adquirir en la UAEM o en el Museo de la Negritud de Cuajinicuilapa, el documental aquí citado. Pero le recomendamos que antes visite el lugar para vivir directamente la experiencia de fusionarse a la danza y a la alegría de los lugareños para que sienta la vibra en carne viva y se "condene" voluntariamente al bailar con la "minga".  Porque aparte de la estimulante experiencia cultural,  en la zona está Punta Maldonado, una de las playas más hermosas del pacífico mexicano, y, los pescados a la talla o la langosta que ahí preparan los pescadores; cerraran un círculo excitante, a precio de amigos o compadres.        

                              

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