miércoles, octubre 23, 2013

"LA UNIVERSIDAD ESTÁ EN SUS AULAS PORQUE TODO EL CAMPUS ES UN BURDEL"

JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
Octubre de 2013




Por azares de mi trabajo me dirigí al campus Chamilpa de la Universidad Autónoma del estado de Morelos, el jueves 17 de octubre como a eso de las seis treinta de la tarde. Una amiga me esperaba en la Facultad de Ciencias para acordar el diseño de una página de internet especializada en tecnologías de iluminación para jardines, salas de espera, zonas de descanso y vitrinas de exhibición. Por razones de fuerza mayor no le fue posible atenderme y nos despedimos acordando trasladar nuestra reunión para dentro de algunos días. Luego salí del campus caminando por el circuito interior y pude observar directamente a varios corillos de estudiantes –al menos eso supuse por la mochila, los libros o los tubos de los portaplanos- que departían alegremente en los jardines o en las zonas de descanso de las facultades o cerca de la torre de rectoría, en gran jolgorio de alcohol y cigarrillos. Bajé hacia la zona de paraderos de autobuses, rutas y taxis, atravesando el primer edificio donde aún se encuentra la sala de rectores y las oficinas de la federación de estudiantes. Al llegar a las escaleras encontré la misma escena pero un poco más disimulada, aunque más allá, los estacionamientos pululaban de jóvenes que brindaban sobre sus coches,  y lo mismo pasaba, por lo que pude mirar, en las canchas de fútbol y baloncesto, a todo volumen la música “ranchera”. Me dio curiosidad y seguí caminando hacia la puerta principal en donde está la estatua de Morelos y otra de estilo moderno que representa la libertad del saber. Al traspasar la reja amarilla de estilo carcelario estaban tirados tres alumnos, dos hombres y una mujer jaloneándose pues querían levantar a otro de sus compañeros (el cuarto) que recostado en el piso, lanzaba patadas y farfullaba. Seguí caminando hacia la zona de las papelerías y los cibers hasta llegar a la tienda del OXXO para comprobar que la Librería Bonilla ya estaba cerrada. Arriba del OXXO hay un “antro” donde una multitud de estudiantes cantaba a todo pulmón con una dicción inequívocamente ebria. En la entrada del “antro” estaban cinco chavas llorando y dos de ellas habían depositado recientemente sus jugos gástricos en el pavimento. Regresé cerca de la entrada principal para tomar la ruta quince que baja por Chamilpa hasta la Paloma de la Paz. Como no había ninguna en el paradero, me fui caminando por la avenida Defensa Nacional. Vi el reloj y eran las 20:30 horas. La ruta no llegaba y seguí caminando cerca del mercado. Ahí me encontré otros dos “antros” llenos de “estudiantes” que lanzaban vivas a sus respectivas facultades, Derecho, Humanidades, Contaduría y Administración, Ciencias Químicas... Afuera de las cantinas había estudiantes en vivaques con todo y fogata bajándose unas pintas de cerveza al aire libre, cantándole a la luna. En los patios alambrados de las cantinas había éstudiantes tirados y algunos en sus coches con las novias, las amigas o qué se yo. La gente del pueblo de Chamilpa que iba por las calles murmuraban:

“y eso que estudian”,

“la Universidad es un burdel”,

“lo único que van a aprender las señoritas es a abrir las piernas por un alcoholito travieso”,

“ya que los muchachos llevan lo suyo entre pecho y espalda se drogan y luego se andan peleando”,

“la universidad solo está en sus aulas, el resto es una cantina”

“¿No que el rector es muy cristiano?, entonces por qué permite que sus estudiantes den estos espectáculos”,

“luego los maestros y maestras también andan con la bola. Todos son bien briagos”,

“Fijesé señor – me dice una señora de sesenta años- no debería andar caminando por aquí solo, porque luego hay gente de camionetas que se llevan a los muchachos a seguir la fiesta a otro lado. Tenga cuidado”.

Y en efecto el espectáculo que dan los universitarios es patético y eso que hoy es jueves. Tal vez mañana se ponga peor. Aclaro desde ya una cosa. A mi generación también le gustaba el alcohol y también hacíamos fiestas, pero la verdad es que siempre faltaba el dinero y eran fiestas de cada que se podía y solo en fines de semana. Lo que está pasando ahora es generalizado y da una impresión desagradable y decadente. Nuestra generación tomaba alcohol sí, pero fuera del campus y dentro de la casa de los amigos. Hoy se practica un alcoholismo compulsivo y al aire libre. Tendríamos que preguntar a las autoridades universitarias, a las autoridades del municipio de Cuernavaca y al gobernador porque estos dispendios lamentables a cantinas que a leguas se ve que operan irregularmente, invadiendo las calles y sin controlar la disponibilidad de bebida que distribuyen a los estudiantes. Lamentable aire de decadencia para la máxima casa de estudios cuya federación de estudiantes se enorgullece en sus oficinas centrales de haber invitado a la “chupitos” (dato verídico) porque “ese” es el tipo de “cultura” que tienen los federados.                             

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