miércoles, diciembre 26, 2012

REFORMA LABORAL EN ESPAÑA PARADOJA IDEOLÓGICA y ENGAÑO PÚBLICO


REFORMA LABORAL EN ESPAÑA  
PARADOJA IDEOLÓGICA y ENGAÑO PÚBLICO  

By Jorge Antonio Díaz Miranda
Lunes 25 de diciembre 2012




Un año después de la llegada al gobierno de Mariano Rajoy con el Partido Popular (PP), y nueves meses después de la imposición de la reforma laboral en España (en adelante RLE), más de 800 mil personas han engrosado la lista del desempleo  y por primera vez, sin precedente en la historia reciente de España, la tasa de población activa en paro supera el 25%, es decir seis millones de personas desempleadas. Las innovaciones tan esperadas de RLE se han manifestado, pero en un sentido adverso a las alegres previsiones que en su día sostuvieron, con intencionada superficialidad, tanto Mariano Rajoy como su ministra del trabajo Fátima Bañez. Y es que desde la implantación de RLE han aumentado los expedientes de regulación de empleo (léase despidos en masa “justificados y legalizados”) en más de un 130%; y la temporalidad del empleo también aumentó un 80%. RLE tampoco ha generado un incremento en la contratación de jóvenes en la modalidad de capacitación para el trabajo. De hecho, este sector aumentó su tasa de desempleo de 42.3% a 53% en el mismo período de nueve meses que RLE lleva desde su entrada en vigencia. A final de cuentas, el desempleo aumentó y se extendió a nada menos que 1.7 millones de familias que tienen a todos sus miembros en paro.

La mala gestión durante la aguda crisis económica europea,  realizada por políticos,  y los sectores financieros y empresariales, españoles, ha operado un retroceso generalizado en todos los órdenes vinculantes de la sociedad española que padece una parálisis de crecimiento, consumo y producción de la riqueza. Las medidas tomadas por el gobierno de Rajoy pueden catalogarse como de emergencia y pánico, mismas que amenazan con agravar aún más las tensiones sociales acumuladas de los últimos meses. La sombra de la quiebra de las finanzas públicas puede ser una realidad que no está lejos de cumplirse cuando se terminen de llevar a cabo los compromisos internacionales contraídos por España con la Troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y el Bundestag alemán), cuyo renglón principal y brumoso es el rescate de Bankia y otros institutos financieros anexos, que por años han realizado prácticas fraudulentas, consistentes en utilizar discrecionalmente los ahorros de sus clientes en inversiones arriesgadas o tóxicas, con perdidas totales irrecuperables. Las letras pequeñas del contrato de rescate para España propuesto por la troika, exige recorte de programas sociales, contención salarial y flexibilidad laboral.



La paradoja justificativa de la que emerge RLE, ante la que el oficialismo gobernante del PP se hace de la vista gorda, es que no resuelve lo que dice resolver, y en última instancia aprovecha la crisis para poner en vigencia un capitalismo salvaje de las postrimerías de la primera revolución industrial. Mediante complejos y rebuscados razonamientos técnicos, se busca imponer en la opinión publica verdades a medias sobre la “valiente” necesidad de dinamizar y flexibilizar el mercado laboral, encubriendo las causas de la crisis, trasladando en secreto los costos del quebranto económico a los que menos tienen, es decir a los trabajadores y sus familias. “Despedir a la gente para abrir la posibilidad de nuevas contrataciones”, es la máxima de RLE. Pero la enorme inconsistencia de RLE y la de muchos instrumentos parecidos, diseñados por la troika como cataplasma para intentar parar la sangría terminal que padecen las economías de España, Italia, Grecia, Irlanda, Portugal y otros más, es que no detienen el desempleo, ni mejoran las condiciones de contratación o trabajo. El problema es que la teoría económica clásica, de la que se vale el stablishment europeo (léase la troika), no sirve de mucho en el contexto de inestabilidad y crisis económica, pues la expectativa de planificación a futuro que propone como racionalidad de proyección, crecimiento y socialización del capital (es decir el índice de  distribución de la riqueza) para salir de la crisis, no se está cumpliendo. Por el contrario. El abaratamiento del despido sólo profundiza, agrava y hace recurrente la crisis. Al final, el fundamento racional - tecnocrático de RLE no es más que una ideología ultraconservadora basada en favorecer la empresa.

Hoy por hoy, como en los mejores tiempos del franquismo y la leyenda de la España Negra, 1 de cada 5 españoles vive bajo el umbral de la pobreza. RLE no ha detenido el cierre de empresas que cotizan en el sistema de Seguridad Social: antes de su aprobación 1.4 millones de empresas, después de su aprobación sólo 1.2 millones de empresas.  Las dentelladas de RLE ha cercenado no pocos derechos laborales que se percibían como conquistas sociales: las indemnizaciones por despido improcedente, la modificación arbitraria de las causas de despido, las facilidades que se otorgan a las empresas para la modificación de horarios, salarios o jornada laboral. El nuevo esquema RLE de facilitar el despido ha tenido un impacto directo e inmediato al destruir casi un millón de empleos, sin que ello tenga una relación directa en la salvación de empresas o en el mejoramiento de su productividad. La depreciación del salario es otra de las modificaciones centrales de RLE al reducirse sostenidamente por los contratos de formación y aprendizaje, ampliando su tiempo de duración de 1.5 años a 3 años. En el contexto de la crisis la reducción del salario es un duro golpe al poder adquisitivo de las familias y la inflación una amenaza constante de presión adicional, que puede ser gravosa si agregamos a ello la carga adicional de los miembros de las familias, que pudiendo trabajar no encuentran fuentes de empleo. Los jóvenes son por mucho el sector más afectado, ya que en lo inmediato no encontraran empleos con estabilidad labora y proyección profesional: al comparar el enorme índice de temporalidad de ese sector de la población (56%) con la cifra de rescisiones (52,8600), la probabilidad de despido es mayor que el de permanencia.

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