lunes, julio 07, 2014

LO BELLO Y LO TRISTE DE YASUNARI KAWABATA





LO BELLO Y LO TRISTE
DE YASUNARI KAWABATA

Jorge Antonio Díaz Miranda
Julio de 2014
Date la vuelta:
yo también estoy solo
en la hora quieta,
Haiku atribuido a Basho, siglo XII 

Por sendero
de brillantes luciérnagas,
estoy perdido...
Haiku moderno

Un libro que me supo amargo. Su contenido sacude todas las –supuestas- certezas del rol masculino, tanto que, durante los días que emplee para leerlo y estas semanas posteriores, el estado de shock no se extingue.

No es sólo la venganza y la violencia que se mueven inquietantes entre líneas literarias primorosamente enlazadas, cual monstruos que se ocultan en los abismos marinos de nuestras peores pesadillas. Es más bien el palpar la viscosa corteza del dolor que un acto -aparentemente- veleidoso puede hacer supurar. Mirar cara a cara el rostro de la desolación. Exponerse a la expresión petrificada de la angustia cuando todo se ha ido a la mierda. La vivencia del amor truncado, visto desde la perspectiva de la desesperanza. Enfrentar el lenguaje denso y oscuro de la tristeza, vehiculizado a través de la poética más descarnada. El discurso del peso de una triple ausencia que niega por los medios más despiadados, el sentido de la vida.

En la otra esquina, la de la normalidad –entrecomillada- y la dignidad envilecida, habla la doble moral que se espanta de su propia hipocresía. Con su fatua inocencia que se monta, a ceguera conveniente, en el pico de una violencia desmedida, en correspondencia casi predestinada con una crueldad que no tuvo empacho en exponer cómo puede ser utilizada la vulnerabilidad ajena en provecho propio, tan sólo para acrecentar las arcas del egotismo más asqueroso…

Yasunari Kawabata ha escrito un manual perfecto para los perversos y los mezquinos; y al mismo tiempo ha construido –tal vez sin querer- el espejo de la belleza humillada, rota, saqueada. Una historia en que las emociones pululan como sombras fugitivas, acosadas, sitiadas, perturbadas, orilladas al suicidio, a la locura, a la recalcitrancia de una repetición sin esperanza, al hundimiento y a la desesperación. La forma en que la tristeza y la miseria se trasforman gracias al arte,  en una belleza literal que se cura justamente en el reconocimiento de su fragilidad.

Leed pues la historia de la hermosa Otoko y de su amante –perfecto hijo de puta- desalmado. El saco que a más de uno le quedará, incluyendo a quien esto escribe, que sigue royendo, después de tantos años, los hilachos culposos de sus personales pecados de veleidad.
Yasunari Kawabata (1961) Lo bello y lo triste, Traducción de Nélida M. de Machain. Emecé Editores, Argentina:2004. ISBN 950-04-2223-99.106.

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