LA MONTAÑA MÁGICA
(Versión
cinematográfica)
Jorge
Antonio Díaz Miranda
Junio
2014
Dirigida por Hans W. Geissendörfer y fotografiada
por Michael Ballhaus, la versión
cinematográfica de la novela más conocida del premio nobel de literatura Thomas Mann, Der
Zauberberg (La Montaña
Mágica, publicada en 1924), es extraordinaria.
La película se focaliza,
como la novela, en un sanatorio para enfermos de tuberculosis (la enfermedad
predominante del siglo XIX y principios del XX, en Europa).
Hans Castorp, un joven
burgués de Hamburgo, visita a su primo Joachim Ziemssen quien está como
paciente en rehabilitación en el sanatorio Beghof, situado en los alpes suizos.
La estancia de Hans Castorp en el sanatorio, rodeado de enfermos en distintos
estadios de la enfermedad y los decesos de casos terminales, obligan al joven
ingeniero a privarse de las bondades de su rutina refinada y rodeada de lujos.
La historia de la
Montaña Mágica se desarrolla según Thomas Mann en el “mundo anterior a la Gran
Guerra de 1914”, de ahí que se desprenda, tanto de la novela como de la
película, un ambiente enrarecido, irreal, por momentos fantasmagórico, con
personajes hilarantes, extravagantes y locos que tratan de prolongar el brindis
de la vida antes del fin.
La obligada supresión
de los privilegios de la vida burguesa, influye en el carácter de Castorp
operando transformaciones profundas en su personalidad e intelecto, llevándolo
a preguntarse por el sentido de la vida, el significado del dolor, la impronta
de la muerte y el severo acotamiento que impone al libre albedrio, el peso de
la libertad desde la enfermedad, y otros problemas de índole metafísico que lo
enfrentan a él con la realidad de extravío y banalidad de su estrato social.
Seis horas de puro
existencialismo deparan en el cinéfilo, momentos reflexivos, momentos
angustiantes, momentos en que asistimos con ansiedad a la historia de un mundo
a punto de desaparecer en el olvido. Pero vale la pena revisar éste clásico
montado con una producción extraordinaria, con actores de gran nivel y un
argumento de primera.
Si usted lo desea, lea
primero la novela de Mann y luego
compárelo con la película. Vuelva a Mann leyendo su hermoso Doctor Faustus y complemente con otro
grande de la literatura alemana moderna Ernst
Jünger y su libro Sobre el Dolor (ignoré
a los imbéciles doctos que condenan a este último por su simpatías juveniles
con Hitler); obtendrá una visión panorámica de los sentidos y afectos
literarios de una época ya desaparecida, pero plasmada con acierto y una triste
belleza en la versión cinematográfica de Geissendörfer.
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