PERTURBADOS
CEMENTERIOS
JORGE
ANTONIO DÍAZ MIRANDA
Mayo 2014
Oscuros
rumores recorren las villas. Dichos velados se levantan por encima de las
grises murallas. Secrecía a voces. De alusiones a un nuevo terror que asalta grises
cementerios de comunidades y pueblos rurales del México profundo. Gentes hablan
insistentemente. Los enterados lo niegan, los que no hablan sólo miran, los que
hablan preguntan detalles de lo poco que otros saben... y otros que simulando
no saber, registran detalles y toman nota de los que dicen saber. El trasiego
de esta nueva miseria humana todavía no es público, pero amenaza con extenderse
a un nuevo negocio para alquilar tumbas ocupadas.
Todo
comenzó un día caluroso del año 2012, los escuetos informes policiales
consignaban, con numerosos errores ortográficos, testimonios extraños de tumbas
recientes que de la noche a la mañana aparecieron con lujosas lápidas de mármol
veteado. Nadie entendía nada. Desde entonces, un mes tras otro las referencias
se iban acumulando silenciosamente y sin que la prensa dijera una palabra. Sólo
son rumores infundados, dijeron algunos jefes de información y almacenaron todo
el material negro en frías gavetas de las que nadie se acuerda. Pero algo se
agita tras esos hechos cuando fueron descubiertas algunas de esas tumbas con
lápidas lujosas y en su interior se encontraron más cuerpos de los que deberían
de haber. Cuerpos desconocidos. Un entierro múltiple del que nadie estaba
enterado. Cuántos casos van de esos. Nadie sabe oficialmente nada, pero en las
comunidades rurales se acumula la certeza de la siniestra práctica. Golpe
insistente de rumores. Dichos que pasan de boca en boca, en un tono apagado.
Cuerpos jóvenes y de niños sepultados clandestinamente en cementerios de
perdidos poblados. Ya ni siquiera se respeta la morada de los muertos, tumbas
removidas con la intención de ocultar otra parte de la ignominia. Nadie
investiga. Nadie dice nada. No hay desmentidos oficiales. Sólo silencio
y miradas evasivas.
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