miércoles, mayo 07, 2014

LOS JEFES


LOS JEFES

JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
Mayo 2014


Es imposible complacerlos. Nomás te digo esto: nada los satisface. Hagas lo que hagas siempre estarás por debajo de sus expectativas. Lo hagas bien o lo hagas mal, para ellos es lo mismo, no eres más que un objeto, una marioneta de alambre… el papel con el que ellos se limpiaran el culo. Si les caes bien vivirás un poco más. Si les caes mal, cuidado. Si la cosa empieza bien, terminará mal. Si la cosa empieza mal, terminará peor. Cuando se encabronan nada los detiene. Son perros rabiosos de sangre caliente. Muchos días andan como si los intestinos los trajeran afuera. Su ira parece  i n e x t i n g u i b l e.  Si por casualidad te cruzas en su camino cuando está encabronados, tu pronóstico de vida se ve en riesgo de ser reducido a escombros. O de dañar tu salud, cruelmente. Una bala en cada rodilla es igual a envejecer de la noche a la maña treinta años. Lo peor es cuando estalla la matanza por cualquier rumor. Cuando la sospecha se siembra. Cuando circula la información de que algunos compas están tirando contra, entonces los patrones no andan con medias tintas, pueden matar a todos los de esa célula o de varias. Si pierdes la mercancía lo pagas con tu vida. Si te incautan, lo pagas con tu vida. Si te atrapan, mejor que te maten. Si traicionas, lo pagas con tu vida. Si te atreves a tener una vieja más guapa que la que tiene el patrón, lo pagas con tu vida. Una vez que los patrones te identifican como indeseable, no hay forma de parar la cacería. Ante su ira, el mundo pierde perspectiva, la visión que ofrece es la de un plano con figuras amontonadas y rotas. Entonces La persecución será terrible. El apresamiento. Las madrizas. Antes de caer, suplicarás que te maten. No por el dolor que te puedan causar, sino por el terrible pensamiento, aún más lacerante, de que eso se lo puedan hacer a alguien de tu familia. Juras lealtad. Dices cosas que –supones- agradaran al verdugo. Acabas admitiendo más de lo que en verdad hiciste, suplicas, pides perdón, te humillas… lo intentarás todo para que paren y terminen de una vez. Pero no. Eso no es así. No puede ser así. Si crees que el martirio tiene un final feliz, entonces no has comprendido nada. Te pueden desollar, quemar o mutilar, y aún no será suficiente. Cada herida en carne viva es una muestra de desprecio. Es una muestra de que no eres más que basura. Y puede ser que en ocasiones te den una muerte rápida pero lo que no puede parar es el show de la humillación. La teatralidad de la reducción es terrible: te bajan los pantalones, te cuelgan en algún puente o arrojan partes de ti en distintos puntos de la ciudad para que los policías se vuelvan locos armando el macabro rompecabezas. Si te cosen a tiros en la cara es porque eras un galán enamorado de las mujeres equivocadas. Si desprenden tu rostro, es una burla profunda y un recordatorio para tu familia de quién hizo eso.   Si te cortan los huevos y te los meten a la boca, es que eras un soplón o un traidor. Si te entierran boca abajo, quiere decir que te odiaban de verdad. Si te dan un disparo en la cabeza y tu cuerpo está intacto es una señal de respeto y amistad… En este negocio no importan los motivos. Solo enviar el mensaje. No hay lógica, sólo hay órdenes. Las preguntas de los subordinados, son la confirmación de su estupidez. No hay nadie a quien acudir, una vez que te señala el dedo de la sospecha. El mejor colaborador es el colaborador muerto.

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