viernes, enero 24, 2014

MI PRIMER CÓMIC




MI PRIMER CÓMIC

JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
Enero 2014

Fue en 1984, durante “el sexenio de la austeridad republicana” de Miguel de la Madrid Hurtado cuando leí mi primer cómic. No recuerdo quien me lo regaló ni por qué, pero fue algo que desde la primera página me atrapó. Se trataba de un número de los SUPERMACHOS escrito y dibujado por Eduardo del Río mejor conocido como RIUS. En él número que comento Rius ilustra de forma sencilla cómo funcionaba el Dedazo Municipal en el año 1973, operación de imposición de presidentes municipales ejecutada por el Partido Revolucionario Institucional (en adelante PRI) y orquestada desde la presidencia de la república, en los tiempos oscuros donde el país era (¿es?) gobernado por lo que Mario Vargas Llosa identificó como dictadura perfecta y la democracia mexicana era (¿es?) pura entelequia (algo perfecto que no existe). En efecto, el número de los  SUPERMACHOSque cito fue publicado el 20 de diciembre de 1973, en el año X de la revista semanal. En los tiempos en que lo leí ya era un número muy atrasado pero no obstante mantenía y mantiene (como pasa con casi todoslos libros que el decano caricaturista ha elaborado), su actualidad y sentido. Véanlo si no:

La autoridad que más directamente siente y sufre el mexicano en toda la República es la de los presidentes municipales. El Gobierno Federal es algo lejano, mientras que la autoridad Municipal es lo inmediato, lo cercano, lo que cotidianamente se debe aguantar.

Lo menos que podría esperarse es que el pueblo eligiese como la ley manda, a las autoridades municipales; sin embargo, esto no ocurre jamás.

En tiempos de Don Porfirio los caciques estatales designaban     a su antojo a los jefes políticos de cada lugar, verdaderos señores feudales que imponían su voluntad con el auxilio de los tristemente célebres rurales. En la actualidad los jerarcas del PRI, sin auscultar la opinión de los priistas locales y menos aún del resto de los ciudadanos, designan a los elegidos por obra y magia del “dedazo municipal”.

Este procedimiento provoca gran descontento que ha culminado muchas veces en forma muy violenta, debido a que con bastante frecuencia los favorecidos con el “dedazo” resultan nefastos para sus municipios. El pueblo se ha sublevado contra ellos en ocasiones, pero el ejército interviene –como los rurales de Don Porfis- y deja las cosas en su sitio: es decir, a los munícipes bandidos en la presidencia municipal, y al sufrido pueblo rumiando su rabia e impotencia.”

La historia de este número de los SUPERMACHOSse desarrolla en el mítico pueblo rural de San Garabato,  gobernado por siempre jamás y de forma alternada por los caciques locales: don Perpetuo y don Plutarco, epítomes del autoritarismo ranchero, rapaz y pre-tecnocrático del primer priismo, aquel que acuñaron los “cachorros de la revolución”. Rius denuncia de forma directa la injerencia “legal” de los dirigentes priistas y de los gobernadores de los estados (afiliados a ese instituto político), en el marco de una peculiar democracia donde el Estado es juez y parte, centro y periferia, juez y norma. Además de describir los detalles de la imposición con sobornos, acarreo, trinquetes, transas, adulteración de resultados, exageración de padrones, y represión de la policía secreta, en Puebla, Veracruz, Michoacán, Estado de México, Guerrero, Yucatán y Morelos, en los mismísimos tiempos en que el Estado mexicano desplegó la guerra sucia para apagar los focos de la insurgencia y la oposición. Lo paradójico de la situación de esos años es que caciques, gobernadores y dirigentes del partido en el poder desplegaban con cinismo su poderío para atrasar o adelantar los procesos electorales, los resultados o presumir quien era el bueno para presidir los poderes locales aunque el elegido ni siquiera viviera en el municipio o conociera la problemática local.


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