jueves, noviembre 28, 2013

LA ACCIÓN PARALELA DE ROBERT MUSIL



Jorge Antonio Díaz Miranda
Noviembre 2013


La inquietante fractura entre individualidad y realidad externa, condensada en el hombre sin atributos, es uno de los signos galopantes de la crisis austriaca de los últimos años del imperio de los Habsburgo. El tamiz del malestar social. Una ruptura que, empleando la terminología de Robert Musil, era cambiante e indeterminada. Un ente fragmentado en múltiples y antinómicas posibilidades. Signo inequívoco de un desmesurado malestar cultural. Tal caracterización está entrelazada para Musil, al mundo imperial de Francisco José, a la fabulosa kakania, de la cual pintó el más vasto, genial y desolado fresco. El decrépito fondo político de un imperio en estado terminal le permitió a Musil esbozar las intuiciones sociológicas más penetrantes de cómo una sociedad se escinde en la Acción Paralela, aquella que actúa sin nada hacer suspendida en el vacío. La escisión de la acción paralela opera en la fractura entre el sentido de la realidad y el sentido de la posibilidad, cuyo halo de influencia anula mutuamente sus efectos. El nexo entre actos y consecuencias se oculta tras un decreto autoritario, anacrónico, saturado de vacuos preceptos que una y otra vez nos llevan a la paradoja onanista del locus in absentia.  Las posibilidades de la acción paralela sólo viven en el espacio imaginario de las palabras y sus entrelazamientos discursivos, el cual, va erosionando gradualmente la base fáctica de gobernar a favor de un laberinto declarativo, gestos, reminiscencias y panegíricos evocativos, incorporados rápidamente al pomposo y grandilocuente protocolo imperial: entonces para qué gobernar si se puede declarar. El gran tema de las posibilidades viven en una tesitura de humo, fantaseos y subjuntvos.  La suposición se presenta como realidad y la realidad como suposición. Donde dice podría suceder esto o aquello debe leerse sucedió. Donde dice que el emperador dijo tal cosa debe leerse él quiso expresar lo contrario, ó, algo distinto de lo que suponen que dijo. Con este mecanismo de desplazamiento discursivo la figura imperial crea todo el tiempo una hybris  delirante y paranoide, de actos de gobierno que sin haber ocurrido, tuvieron lugar en el acartonado espacio político del centralismo y la auto referencia burocrática. De esta forma dice Musil, en el prólogo de su Mann ohne Eigenschaften: “la Acción Paralela despedaza la realidad y dispersa en distintos sentidos interdependientes cada uno de sus aspectos objetivos (…), convirtiéndose en la base ideológica del Reino Milenario, eterna, inmaculada, intocada por el cuestionamiento de la objetividad”. La realidad es solo una potencialidad susceptible de diferentes e infinitas realizaciones, nunca una realización en sí, en donde la real explicación del suceder real no interesa tanto como el modo en que se enuncia  la posibilidad de su realización. El rígido comité de la Acción Paralela es una estructura burocrática que tiene tres propósitos esenciales: distribuir la caridad imperial entre los menesterosos, controlar la oposición política y persuadir a las distintas nacionalidades de la necesidad de contar con la unidad del imperio…                               

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