JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
octubre 2012
Un
gol espectacular no puede ser el pretexto para activar la amnesia y olvidar la
mediocridad crónica que rodea al futbolito nacional, en su liga profesional
pero sobre todo en lo que se refiere a la selección nacional que en cada
eliminatoria se prodiga en decepcionar a sus seguidores.
Artistas
del ya merito, televisoras, dueños, directivos, promotores, cuerpo técnico y
onceava lerda, fomentan el futbol basura ante los malos equipos de la CONCACAF,
porque lo más importante para ellos es “GANAR COMO SEA AUNQUE NO JUGUEMOS
BONITO”. Y ahí están los mediocres resultados de siempre con la misma fórmula
fallida que se aplica eliminatoria tras eliminatoria, mundial tras mundial:
ofensiva raquítica, ineficaz e improductiva, indisciplina, falta de
imaginación, creatividad ausente, sin pulso, invariabilidad y repetición, inmovilidad,
pobreza técnica y un largo etcétera de miserias que hacen pensar en el peor
fútbol llanero aunque bien pagado del que se tenga historia en el revolucionado fútbol moderno.
El
juego del llamado tri depende únicamente de individualidades azarosas, dinero
en exceso, paja y presunción, y por ello no puede más que desplegar en el campo
de juego, líneas rudimentarias, traslados sin profundidad, impulso sin sentido,
movilidad sin pies ni cabeza, ataques repetitivos, retención excesiva, lateralidad como prótesis de ofensivas
patizambas e insolvencia para definir a favor el marcador y luego sostenerlo
sin renunciar al ataque. La estúpida idea de plantear en individual un juego
que se define justo por su asociación, es igual a intentar ganar la fórmula uno
con un caracol… Pero lo peor viene
cuando comprobamos que los jugadores contratados en Europa y el resto que
participan en el torneo nacional, juegan con un ímpetu que se acerca
peligrosamente a la narcolepsia. De ese modo se explica los abucheos de los
espectadores que siempre están esperando por la mediación de un milagro, la
reanimación de nuestro fútbol zombie. Coraje e inteligencia, pudor y decoro
faltan en la onceava tricolor, sobrevalorada y empedernida de cinismo.
Mitomanías aparte, las nuevas generaciones “triunfadoras” del tricolor adolecen
de tamaños para salirse de su zona de confort y encarar su profesión con
trabajo sistemático, metódico, ordenado., olvidándose de una vez por todas del
cabaret, la bebida que corre a raudales y la dieta pantagruélica que se
permiten con obstinada indisciplina. No
por nada en Europa sólo se les permite jugar de relevo, quince o veinte minutos
a lo mucho, porque ese es todo el tiempo que puede durar un rendimiento basado
en el dispendio y la molicie.
Ok. Fue un extraordinario gol del señorito Raúl Jiménez, pero los once de Vucetich –aunque sin responsabilidad de éste último- sólo han sido capaces de jugar fútbol
basura, vástago dilecto de la telebasura.
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