martes, septiembre 11, 2012

TRIAGE: EL INCÓMODO REALISMO DEL DIRECTOR SERBIO DANIS TANOVIC



TRIAGE
EL REALISMO INCÓMODO
DEL CINEASTA SERBIO DANIS TANOVIC

BY JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
SEPTIEMBRE DE 2012


Dos amigos, experimentados fotógrafos de guerra, se internan en la región del Kurdistán (la inestable frontera que comparten Turquía e Irak), para documentar el día a día de la guerra entre los kurdos y el gobierno de Saddam Husein, justo antes de la primera guerra del Golfo. Pese a su vínculo de amistad, Mark (Collin Farrell) y David tienen profundas diferencias profesionales y de carácter que terminaran por alejarlos de forma definitiva…Mark es ambicioso y busca cada día la foto del año, el prestigioso Politzer; en cambio David está harto de tanta matanza, polvo y miseria innecesaria, que se acumula en el campo de batalla. Las visiones de ambos amigos también son distintas, mientras Mark se solaza en las heridas dejadas por las balas expansivas, los rictus de dolor de cuerpos y rostros lastrados en tiempo real, las ejecuciones en telones dantescos o el último aliento de los muertos y las pilas de cadáveres que se exhiben a cielo abierto. David, en cambio, busca los instantes fugaces de belleza que se dan cuando la tempestad de fuego amaina y los rostros en su dolor vuelven a  la reflexión, la humanidad y el sosiego., cuando la interacción de los sujetos y los objetos se fusionan con el paisaje en una pluralidad unificada de perspectiva, sensibilidad estética y poética del espacio.  Mark no sabe como parar su adicción a la adrenalina. David quiere frenar y cambiar su vida. En medio de los dilemas de semejante amistad, un médico en el bando de los partisanos kurdos, se encarga de labores sanitarias, también de cancelar la vía del dolor por la vía del asesinato humanitario. Nada como esa labor para declarar el infierno en la tierra: En una guerra despiadada donde no hay ni herido ni prisioneros, las consideraciones humanitarias son de primerísimo orden, incluso contra la hipocresía común de asegurar la vida sea cual sea el precio. En medio de un sueño de bombas de racimo, gases químicos y el fragor de minas antipersonales, los amigos se separan y toman senderos distintos. Horas, días, meses o eternidades más tarde, Mark es recogido por la milicia kurda que acompaña, está herido con esquirlas de metal que penetraron su cráneo. Su carácter se vuelve inestable, su vigilia y su sueño se convierten en una sola pesadilla de imágenes fragmentadas de ríos turbulentos, fuego y racimos de sangre que brotan incontenibles de alguna una fuente inespecífica. Alucinaciones, ansiedad, irritabilidad, depresión y fatiga que evocan TBI y síndrome de estrés postraumático, padecimientos que afectan a soldados, periodistas y civiles expuestos a la guerra. La contusión cerebral ha cambiado la conducta de Mark, que al regresar a su casa e incorporarse a su vida social, se vuelve evasivo y distante. No puede responder a las preguntas de su esposa y tampoco a las de su amiga que pregunta insistentemente por su marido David, el amigo de Mark, que ya se demoró en “regresar”. Una ayuda inesperada llega al veterano fotógrafo en las alas de un psiquiatra especializado en at6ender a los militares retirados del franquismo, responsables de asesinatos en masa de civiles en España,  y responsables directos de la actualización de la leyenda negra en aquel país. La soberbia interpretación de Christopher Lee no puede ser más elocuente, más impactante, más directa: la reconstrucción de los hechos que hará con el fotógrafo herido a través de sutiles test psicológicos, desiderativos y dispositivos de proyección emocional, revelarán la penosa realidad hasta el final… Sin duda, el director Danis Tanovic, conocido mundialmente por su film No Man´s Land, vuelve a mostrar su talento con el tema preferido por él, de hombres en el límite extremo de tensiones sociales y dilemas morales insalvables, llevados a la ruina por los vientos de la guerra, y a la miseria por su propia ambición y desmesura. Película recomendable en todo sentido por las vertientes que ofrece, y los senderos que amplifica el corazón en las tinieblas, tal cual cómo lo concibieran escritores de la talla de Joseph Conrad, Celine o incluso Ernst Jünger. Es decir, la vivencia de la guerra no como épica heroica y sí como barbarie inútil, dolor, humillación, deshumanización y sufrimiento.

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