La temporada electoral ha comenzado y el circo de la politiqueria se abre. El país naufraga en ríos de frustración incontinente mientras la clase política pelea por las jugosas prebendas económicas de puestos legislativos, gubernaturas, presidencias municipales y la gran silla presidencial. Aunque el negocio comienza en serio cuando se alcanzan los sitiales, entonces comienzan los verdaderos caudales, all for sale, negocios multimillonarios que se multiplican por doquier en una inflada bonanza que pasará la factura al futuro del país. Todo lo que habrá de disputarse son las palancas chicas, medianas y grandes que mueven el engranaje del poder. Por ello todo el mundillo de la politiquita a la mexicana pelea, disiente, muerde, roe, araña, gruñe, corcovea, muge, amenaza, promete, grazna, cloquea o se empina; en una batahola de impudicias que compiten por humillar o humillarse. En tanto, en el mundo de las televisoras, los dueños se frotan las manos por el gran negocio que viene. Encuestadoras, Asesores de imagen y publicistas -la nueva casta de charlatanes- hacen cuentas alegres del caudal que viene para vender "productos" de segunda y tercera clase a precio de oro. Los partidititos políticos entraron a una fase de histeria en que cualquier acuerdo político concensado pasó a mejor vida hasta el siguiente sexenio. Los precandidatos tricolores, blanquiazuloes y amarillos, afilan su repertorio de acusaciones para hacer ver al adversario como un peligro para la sociedad, olvidándose de los problemas que sumen a este país en una crisis terminal. La presidencia felipista del ocaso hace un último intento por terminar con las sombras de la oposición y desata una cacería de brujas en los suburbios del feudo priísta señalando con el dedo de acusaciones incriminatorias las filtraciones del crimen organizado en algunos niveles de gobierno poniendo de manififesto más que nunca que el Estado mexicano tiene el monopolio de la ley para perseguir opositores o desaparecerlos. El pronóstico adventicio no es promisorio, se aproxima una nueva era de pax priísta, con más de la misma corrupción pero ahora corregida, aumentada, reactualizada y recargada. El retroceso del Estado mexicano de la mano de los panistas ha debilitado cualquier posibilidad de cambio verdadero regresándonos a las postrimerías del siglo XIX en cuanto a democracia se refiere. Las Elecciones huelen a descomposición e inequidad, tienen el fuerte tufo de la imposición y la dictadura. El golpe provendrá de las élites empresariales, financieras, militares y eclesiásticas, para imponer a Enrique Peña Nieto y su camarilla de dinosaurios.
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