El faráon empecinado del imaginario imperio egipcio, ha caído de su aposento de poder y el mundo no sale de su pasmo ante la inédita revolución que sacude el mundo árabe. El fin de fiesta, tras más de veinte años en el poder, constituye, en perspectiva amplia, el fin de la pax americana sustentada en el precario equilibrio de su desequilibrada política exterior para cercano y medio oriente. Sin embargo los festejos desmesurados de los jóvenes revolucionarios, bien podrían agriarse en el corto plazo, por la "transición" bendecida por EU Y ádlatares, pues en el fondo no es ninguna transición, y que además puede dejar en vilo la incipiente democratización del país. La junta de "conciliación social", según el (in)feliz eufemismo de Barack Obama y sus allegados, es en realidad la ascensión de los sectores militares más alineados con el faraón destronado, en otros términos, al igual que Mubarak, adictos, adeptos y afectos a la mano estadounidense. Otra vez, como ha sucedido en anteriores ocasiones de la historia reciente y pasada en Egipto y en el mundo árabe, la revolución de los jóvenes hastiados de antidemocracia y anacronismos faraónicos, puede tropezar con que el nuevo gobierno es la continuación de la dictadura por otros medios. Está por demás decir que la cabeza visible de la junta militar, Mohamed Husein Tantaui, cuenta con la aprobación y complicidad de Estados Unidos, Israel y Europa Occidental, quienes en varios movimientos furtivos y desde distintos sectores (sobre todo el económico), presionaron para que la crisis egipcia tuviese éste descenlace esperado. Cabe puntualizar que hasta ilutres intelectuales como el italiano Giovanni Sartori estan de acuerdo con la intervención estadounidense, olvidando, en un gesto de ceguera metódica, que el modelo intervencionista a lo largo del pasado siglo y en éste, ha fracasado como instrumento de reordenación política, económica y social. Por cierto que con esta última alineación intelectual, ha quedado demostrada que la pretensión de objetividad y asepsis académica también queda inscrita en el contexto de justificación (en sentido Kuhniano) como un campo de preescripciones intencionalmente cargadas hacia los dictados del stablishment.
Pero volviéndo al masivo movimiento social que ha derribado a los dictadores en Egipto y Túnez, no debe perderse de vista que, en última instancia, fue la presión enorme del movimiento social la que provocó esta avalancha de renovación y cambio, minando la preeminencia del modelo de la dependencia y la sumisión. No olvidemos el lamentable papel del gobierno de Egipto en las exageraciones que esgrimió en su día George W. Bush concernientes a las armas de destrucción masiva en Irak, mismo argumento que sirvió para desencadenar guerras absurdas y matanzas innecesarias. En síntesis, hasta antes de la revolución de los jóvenes, el mundo árabe como otros muchos grupos culturales en el mundo, ha sido utilizado para justificar el abuso del gran gendarme corrupto.
Por el momento Mubarak se ha largado y la revolución de los jóvenes ha logrado un signifcativo paso revolucionario para Egipto.
Jorge Antonio Díaz Miranda.
Viernes 11 de febrero 2011.
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