martes, febrero 08, 2011

DESENCANTO

Y es así como termina esta canción de malestar gastado, desafinada por la ironía del desencanto que crece a golpe de tanto insistir en no encontrarnos. Yo sé que tu sabes que el tiempo de los dos ya pasó, y que ya no hay palabras que signifiquen algo cuando lo que hicimos fue elocuente en su escalada de poner distancias a la pasión. Pálido brillo de un largo invierno que invade la noche y el frío viento que todo se lleva hacia un seguro olvido. Y sí bien, todo inicio es un comienzo en sí mismo -tal vez un fin-, a final de cuentas quedamos a deber casí todo lo que nos fue entregado... El puro pensamiento de que pudo haber sido de otro modo, no cambia nada lo que fue ni lo que ya no será. El adiós no libera de ninguna ansiedad, enfrentarse o huir es lo mismo ante la cancelación inexorable de la nueva aurora. El placer incautado por la fuerza es fugitivo polvo de estrella. El brillo de la felicidad que no es propia, es un mar de recuerdos que se evapora en la hoguera del odio. Aunque amar no es lo mismo que odiar, ambos afectos forman parte de la funesta unidad de la contradicción  humana. Aunque la materialidad sea una y corresponda al cuerpo la sede de los mutuos placeres, la mente despliega vínculos invisibles que de uno a otro lado parecen tirar en sentido contrario. Y si ésta es la última morada de lo que somos y no somos entonces descanse en paz de una vez por todas la ilusión de ambigüedad. 

JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
MIÉRCOLES 09 DE FEBRERO DE 2011    

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