Los temas espinosos se deben tratar con una dosis de humorismo o de lo contrario se corre el riesgo de saturarlos con formulismos huecos e hipocresía a todo trapo. La pornografía siempre será tema de discusión de poca o mucha luz sobre la hoguera de los cuerpos, el despilfarro de las húmedades o la procaz intensidad de vulvas palpitantes que se decantan por penetraciones salvajes...al final da lo mismo ser atacante o defensor del placer privado, y más cuando éste se convierte -por mediación de los media- en res pública. Al menos esta es la polifacética y divertida historia de Mark Tobias (Spencer Rice) quien, ante los problemas legales que le acarrea su adicción al porno, se ve obligado a solicitar la intervención de urgencia de parte de un director de cine (Duncan Christie) que despliega su oficio con la voracidad de un paparazzi.
Desde esa feísima urgencia, Tobias se ve obligado a confesar toda la verdad respecto a su inclinación por el genero porno, en la flaca esperanza de que el juez admita en su defensa el argumento de la morbilidad. El documental cinematográfico pretenderá entonces mostrar la adicción del pobre Tobias como una enfermedad psíquica que con los años se ha salido de control. Sin embargo la vil intervención del director y la vuelta de tuerca del destino, dotan a la historia de un giro inesperado que va creciendo en sarcasmo y cinismo.
Primero, el juez absuelve -prematuramente- al culposo Tobías de los cargos de inmoralidad y perturbación del orden social, no obstante el equipo de filmación impide que el indiciado Tobias se entere... con tal de seguir documentando los detalles morbosos del ingenuo confesor.
Segundo, para demostrar su deseo de rehabilitación, Tobias participa en un grupo de ayuda para adictos al porno y en una de las sesiones muestra lo que para él constituye la meta última de su trabjo terapéutico: recuperar a su esposa quien lo abandonó cuando su adicción se volvió insoportable para ella. Para demostrar su vehemencia y sinceridad muestra al grupo rehabilitatorio una fotografía de su esposa. Las reacciones de uno de los miembro del grupo es realmente inesperada pues se le queda viendo al retrato más de la cuenta y sale intempestivamente de la sala, regresando después con una película para variar porno, donde la esposa de Tobias es la protagonista. El lector ya puede imaginarse la reacción del pobre Tobias al ver esto y la desesperación triplicada que siente con su soledad y el desconcierto de saber que su esposa lo dejó para practicar eso que tanto odiaba en él.
Dejo a los lectores la tarea de seguir el desenlace de esta historia trágica-divertida que con poco narra una gran historia que no se debió contar pero que en perpesctiva es ilustrativa de la doble moral y las ambiguëdades sociales que con respecto al genero porno se concitan. Bajo presupuesto para una película austera aunque muy bien dirigida, espontánea, agradable e involuntariamente divertida.
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