De risa loca el intento del PAN y el PRD para detener a la incansable marea roja del PRI. Y es que, en definitiva, la historia reciente de ambos partidos que hoy se unen en altisonantes nupcias proscritas, está llena de errores estratégicos que han paralizado su fuerza, disminuyendo su carácter representativo. Errores que han sido provocados por ellos mismos en medio de una tremenda corrupción de sus respectivas dirigencias, las cuales se han aferrado a sus costosos puestos burocráticos sin importar la ilegitimidad de origen: una, la del PRD que ganó la dirigencia en medio de un escándalo de fraude, la otra la de la dirigencia del PAN que fue impuesta por el presidente Felipe Calderón; ambos casos sin que mediara un ejercicio democrático, trasparente. Ilegitimidad que ha divorciado a la dirigencia perredista de su base social. Ilegitimidad que ha desbandado corrientes poderosas e influyentes del seno del PAN. Y ahora esta alianza que no se entiende entre un partido opositor y otro que es al mismo tiempo socio y aliado incondicional del presidente. Coalición de dos corrientes históricamente antagónica pero cuya versión actual ha perdido sustancia ideológica para posicionarse coyunturalmente. Dirigencias utilitaristas que en pos de los beneficios no dudan en corromperse. Aún cuando sea necesario, en los tiempos actuales, frenar todo monopolio de poder y sea preocupante el retorno del partido dominante de los últimos 70 años, no existe en la actualidad una real alternativa que se oponga a las redes sociales de cacicazgos que aún perviven en México, y justo ahí reside el inmenso poder de convocatoria y coacción del PRI. La disgregación del PAN hacia las élites y la concentración del PRD en las tribus dominantes – por demás proclives a la negociación y la concertasesión política-, han pasado factura de desgaste y ruptura que hará difícil remontar la tendencia que favorece al PRI. Cada día se le hace más difícil al PAN y a su presidente Cesar Nava defender y alinearse con el presidente de la república: la guerra impopular del Estado contra los criminales es demasiado peso para un barco que se hunde. Cada día es más notoria la incapacidad del dirigente perredista Jesús Ortega para coordinar acciones que impidan la fragmentación de su partido, paralizado por la burocracia legaloide y la despersonalización de sus diputados y gobernadores que añoran el regreso del oficialismo priista. Pero esta incapacidad se ha extendido aún a las corrientes disidentes dentro de estos partidos. Aún con la renuncia del secretario de gobernación Fernando Gómez Mont como miembro distinguido del panismo, el grupo de poderosos abogados que dirige Diego Fernández de Ceballos –del cual Gómez Mont es asociado-,se ha dado a conocer por el tráfico de influencia y la defensa jurídica de empresarios que supuestamente han defraudado empresas, instituciones de crédito y aún dependencias públicas. Mientras que el presidente legítimo Andrés Manuel López Obrador se ha visto rebasado por las circunstancias y ha guardado ominoso silencio por sus errores de conducción y estrategias políticas, aún cuando su presencia siga siendo un referente de la izquierda dentro del PRD -aunque virtualmente esté fuera-. De esta manera, el divisionismo, las pugnas, las acusaciones, los golpes bajo la mesa, los cochupos y la falta claridad, han minado la viabilidad de la centro-derecha y de la izquierda nominal como alternativas de gobierno, por consiguiente su coalición solo supone una suma de inoperancia.
Manuel Camacho Solís sabe de alianzas estratégicas, concerta sesiones y formaciones tácticas, mismas que en el pasado reciente sirvieron al salinismo para imponer las múltiples reformas neoliberales que abrieron las puertas de acceso al capital norteamericano, o bien aquellas que centralizaron aún más el poder del Estado. En aquellos tiempos de la dictadura perfecta en que el PRI necesitó del PAN para imponer todo y ganar todo a una izquierda cardenista que de pronto emergió como una fuerza formidable por su amplia base social. En los tiempos de apuros para el poder, Camacho Solís fue el artífice de los nexos contra natura que aceitaron al “Sistema” para seguir funcionando, aún con el motor de la economía lastrado por la inflación de precios y el desplome de las cotizaciones bursátiles. Y ahora es de nuevo él quien provee la ingeniería de la coalición PAN-PRD. Sin embargo, esta coalición está muy lejos de funcionar como en su día lo hizo la alianza PRI-PAN. Algunas razones ya se expusieron arriba, otras se irán revelando conforme las elecciones de junio se acerquen…otras más de índole sistémica se manifestarán cuando la elección presidencias de julio de 2012 toque a la puerta con tambores de guerra ante el muy probable retorno del PRI al poder total. Y es que en la base persiste intacta la estructura de los cacicazgos, ya sean estos de índole sindical, social, política o económica (monopólica), y ahora Jurídica promovido directamente por el PAN. Lo que significa en términos del desarrollo social, menos institucionalidad, menos legalidad, menos democracia y más desigualdad; es decir, condiciones para el retorno de anacronismos neorevolucionarios.
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