sábado, enero 02, 2010

AFGANISTÁN UN CASO DE ANOMIA ESTRATEGICA, ESTADOUNIDENSE

JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA

2009-12-27

A estas alturas del partido ya no importa si el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, reduce o aumenta el número de efectivos militares en Afganistán. Porque el problema de fondo no es la potencia de fuego como lo suponen ingenuamente el senador John McCain y el general Stanley McChrystal. El problema de fondo es la falta de una estrategia que justifique el por qué hacer una cosa u otra. Peor aún, Estados Unidos ya no puede sostener la presunta conexión entre esos movimientos “en el tablero de combate” con el mejoramiento de la democracia, la seguridad y el nivel de vida del atormentado pueblo de Afganistán. Considérese como ejemplo, el anuncio que el presidente Barack Obama hizo publico el 01 de diciembre de 2009, en la prestigiosa escuela militar de West Point; de enviar a 30 mil nuevos combatientes a Afganistán, “para reorganizar internamente la nueva nación emergente, tras el oscurantismo talibán”. La misión de las nuevas unidades de combate - informa el presidente Obama-, tiene como prioridades, afianzar posiciones militares; apoyar la reorganización y entrenamiento de los cuerpos de seguridad locales; facilitar el flujo de lo sectores de inteligencia para contrarrestar a los movimientos Talibán y Al- Qaeda; y, por último, sectorizar el territorio de Afganistán para poder determinar con mayor grado de certeza geográfica, las zonas de intervención en las que se requiera la intervención directa de los servicios de inteligencia y de las fuerzas especiales SEALS. En síntesis pues, se trata básicamente de otra oleada militar con objetivos vagos, los cuales, bien mirados, renuncian a la pretensión de la victoria aplastante que fue irresponsablemente difundida por los halcones del ex presidente George W. Bush, en los primeros movimientos de la ilegal guerra contra el terrorismo. Lo que se va revelando en esta nueva fase, son dos cosas, a saber. Primero. Que EU necesita garantizar una cobertura segura para el peor de los escenarios factibles, el desgaste de sus fuerzas y el avance exitoso de la ofensiva de baja intensidad que ha emplazado el Talibán. Segundo. Persuadir a sus aliados, particularmente Paquistán, para disminuir la actividad de Al – Qaeda y el Talibán; lo cual, permitiría iniciar el proceso de retirada militar estadounidense a más tardar en junio de 2011. Pero estos cálculos complejos podrían ser del todo inútiles si las tensiones de la India con Paquistán y China experimentan una nueva escalada geopolítica. ¿Por que? Recordemos el papel oscuro que Islamabad ha desempeñado como una ruta de escape de los insurgentes talibanes. Por su parte, Nueva Delhi pone mucha atención en la alianza nortamericana-paquistaní y por ningún motivo admitirá un desequilibrio en la medición de fuerzas de disuasión con su vecino beligerante. Y por último, Pekín, tiene el poder de influir con maniobras diplomáticas efectivas para presionar a los estadounidenses a delimitar su influencia, garantizando la preeminencia de China como potencia militar indiscutible en la zona. Para todo el mundo es más que evidente la ausencia de un razonamiento estratégico en las consideraciones estadounidenses, lo cual, se suma a los errores y pifias de su tradicional doble moral en casi todo lo concerniente a lo político, esta vez, solapando el fraude electoral ejecutado por Karzai y su camarilla gobernante. La frase nuclear del discurso del presidente Obama en la academia West Point, fue expresada en inequívocos términos de borrar con la cola lo que se hizo con el pico: “se ha terminado el tiempo de extender cheques en blanco”. Lo que quiere decir, en este contexto amplio de desaciertos, echar por la borda la responsabilidad estadounidense en la destrucción de la sociedad afgana, minando su desarrollo democrático y social, sembrando con ello la semilla de la violencia futura que erosionará, como en los mejores tiempos del régimen talibán, el respeto por los derechos humanos. Así las cosas no es de extrañar que los 2 billones de dólares que USA gastará hasta 2010 en esta guerra ilegal, tan solo beneficiará, como siempre, al complejo militar-industrial, dejando a Afganistán – pero también al pueblo estadounidense- la ruina social, el vacío jurídico y la falta de futuro.

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