jueves, octubre 01, 2009

UN DISCURSO DISTINTO PARA LA MISMA POLÍTICA

La política exterior estadounidense para las Américas sigue en la línea del intervencionismo. A la emergencia de experimentos democráticos independientes –aunque moderados y acotados por la globalización-, Estados Unidos esgrime la estrategia de los estados satélites y la doctrina de la esfera de influencia, como en los mejores tiempos de la Cold War. Á la exploración social de otras alternativas para América, llevadas a cabo por Venezuela, Bolivia y Brasil, Barack Obama apuesta por la continuidad del belicismo de exportación en México, Colombia, Perú y la más reciente adquisición por vía golpista: Honduras. El Plan Colombia, El Plan Mérida y la instalación de bases militares en Perú; son sólo algunas de las manifestaciones de escalamiento con que el Us Army´s old estyle se rebobina y ejercita su músculo bélico de baja intensidad. El escenario futuro que se avecina es el de una creciente tensión entre Colombia y el Ecuador, Perú y Bolivia; con México y Honduras proyectando una sombra de advertencia en Centroamérica y el Caribe. Lo anterior estará justificado con la coartada de la lucha contra el narcotráfico. De hecho esta lucha nada inocente en contra de los cárteles de la droga es tan solo una fachada de oscuras y turbias bambalinas que se mueven en otra dirección: la para-militarización y la contrainsurgencia. Los nuevos matices del intervencionismo incluyen lobbies de presión, compañías privadas de seguridad, la ayuda “humanitaria” en armas –cuyo dinero jamás llega a los gobiernos de la región sino a las compañías fabricantes de armas-, los servicios electrónicos de los satélites espías, guerra cibernética y aviones no tripulados. A pesar de la tan cacareada como mal entendida modernidad, el tándem estadounidense desea continuar la tradición de sometimiento de Centroamérica y el Caribe con el propósito de asegurar las materias primas que alimentan el complejo militar-industrial. El acercamiento de Barack Obama a la OEA se debe entender desde una perspectiva amplia, como una presión diplomática de múltiples sentidos y una sola pretensión: aislar del área la fuerza de gobiernos que no comparten la visión de la Pax Americana.

Submitted by Jorge Díaz

01 de octubre de 2009

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