lunes, septiembre 29, 2008

FOTOGRAFIA DE ODALISCAS

By Jorge Antonio Díaz Miranda
2008
Lola Huete Machado sugiere que, en el amplísimo ámbito del arte nudista se lleva a cabo una dualidad irreconciliable entre el voyeur profesional que mira y registra a través de técnicas artíticas específicas (pintura, escultura o fotografía), y, aquellos o aquellas que son mirados. Sin embargo la realidad nos dice que no sólo hay dos perspectivas sino varias dentro de las cuales encontramos la luz, los cuerpos, la predisposición a mirar y la estimulación-excitación mental y fisica, intelectual y estética, perceptiva y sensual; en otras palabras intervienen más de dos dimensiones desde lo social, lo cultural.
Desde la literatura Oscar Wilde propuso el rasgo distintivo de la luz/ausencia de luz para definir el nudismo, intentando desacralizar esta práctica del cajón escolástico tardío del pecado y la condena que priva en la Inglaterra victoriana todavía en los principios del siglo XX.
Desde la filosofía y a propósito de las prohibiciones británicas, el contempóraneo y ya desaparecido Michel Foucault interpreta su uso dentro de oscuras estrategias discursivas para derivar y distraer la atención del problema central que para él es la realización del placer.
Pero lo que en el campo de la reflexión es pura meditación y peticiones de principio, el campo del arte mismo naturaliza el desnudo como una fuente de la sensualidad. En ello tiene que ver la invención del dagerrotipo (protottipo de la cámara fotográfica) y el auge del trabajo editorial mecánico, con lo que se pueden reproducir ad infinitum imágenes y luego difundirlas masivamente. Si bien este arte de impresión es masivo y nace en el temprano siglo XX no será hasta el final de las guerras mundiales cuando adquiera carta de ciudadanía con el Art Pop de la díscola y repetitiva cultura estadounidense. Una vez más el rasgo más acusado del quehacer artistísitico del siglo XX como en otros campos cinetíficos o humanísticos es la emergencia de un artificio tecnológico con el cual no sólo sirve como speculi mundi sino que además permite conservar, modificar y combinar para crear múltiples versiones, reflejos individuales de cómo, de dónde y desde donde mirar. Pero por esa multiplicidad nunca más una sola dimensión, nunca más una sola forma de mirar, nunca más un sólo plano, sino en su máxima expresión una suma plurisecular.
Cuando la fotografía se transforma en cine, se efectúa la síntesis que M. Merleau-Ponty de alma y cuerpo que se funden en la materialidad del movimiento.

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