lunes, septiembre 29, 2008

DE SAUDADE

DE SAUDADE
En el ocaso me hiere la tristeza, filosa y fría como un puñal de miserias. Errante en el miasma de recuerdos rotos mi ser se quiebra como un junco seco. Ninguna fe salva de la silenciosa desesperanza que se detiene en las venas como sagre muerta. Mis ojos de fuego encendido no saben más que ver en tus ojos la pálida primavera que no puede desplegar sus lenguas verdes en mi alma de invierno. Una casa deshabitada y un bosque oscuro, un mar de hielo y un ocaso que se va de las praderas con una fúnebre campanada. Ese es el legado definitivo que va delante de mi. En los caminos de tumba, de muerte, de silencio he perdido el sentido de todo lo que se mueve bajo el aleteo de la vida y me alejo rumiando mi propio vacío. Hoy luce gris el cielo. Mañana será otro mañana y tal vez llegue un nuevo despertar hacia la luz...
Jorge Antonio Díaz Miranda
San Gabriel, Jalisco
en una mañana de niebla espesa y frío
en recuerdo de Juan Rulfo
1992.

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