viernes, abril 18, 2008

EL TRÍANGULO DE DIONISO (1)


EL TRIÁNGULO DE DIONISO (1)
JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
(2008)
I. Bajo el amparo del cinismo nos proponemos abordar, sin la debida seriedad, uno de los fenómenos amorosos más peculiares que ha sido objeto de discusión casuística-médica por Haeckel y Freud a principios del siglo XX; y de descripción, elaborada hacía la década de los 70´s por los famosos esposos Master & Johnson en un estilo refinado de vouyerismo científico. Sin embargo deberemos puntualizar que el tratamiento recibido por este grupo de expertos es de una veleidad alarmante, ya sea porque se trata de un comportamiento que se sale de la norma, ya sea porque frente a esta forma de relación los prejuicios son mayores que la pretendida objetividad. Veleidad decimos porque en un caso se teoriza sin casuística y en el otro se abusa de la casuística para simplificar. Pese a los avances recientes de investigación comparada, etnográfica, cultural o neurofisiológica, los modelos explicativos vacilan en cuanto a las descripciones y resultados obtenidos, y reducen todo el fenómeno a una adicción por la adrenalina o bien a un grupo estadístico de riesgo.

II. Lo que se pretende comentar en estas pequeñas notas algunas de las cualidades del tipo de triángulo amoroso abierto donde los amantes han decidido sin ninguna presión participar de esta modalidad peculiar. La característica anterior nos obliga a prescindir de categorias tales como infidelidad, perversión, celotipia, poligamía, engaño, simulación, sospecha o confabulación. Otra característica de la configuración abierta que nos ocupa es su flexibilidad, lo cual no significa ausencia de fuerza, debilidad estructural o falta de consolidación, más bien se refiere al tipo de rol que se asume dentro de un esquema de interacción intercambiable. Esta flexibilidad nos obliga a prescindir de categorías tales como compromiso, responsabilidad, obligaciones, formas jurícas o religiosas, identidad, cohersión u organización sujeta a fines. Una tercera característica es la permeabilidad, lo cual significa una interacción con el entorno que permité modificar el sentido con el propósito de diversificar y enriquecer la experiencia. Esta característica nos hace prescindir de categorías tales como facción, grupo, organización, club, gang, o por lo menos de enfocarlo desde una perspectiva de identidad o pertenencia a estratos, configuraciones, redes o constelaciones sociales. Finalmente otra característica habitual de esta formación abierta es la desinhibición en lo que respecta a la economía de los afectos y la intercambiabilidad de los deseos, con un resultado manifiesto de incremento de la intensidad de la experiencia. Lo anterior nos obliga a prescindir de categorías tales como pasivo, activo, homosexual o heterosexual, renunciando a la pretensión freudiana de situar una magnitud y una dirección del deseo hacía un objeto. Si hemos de referirnos metafóricamente a esta interacción triangualda deberemos decir que se parece a un campo de futbol soccer con muchos balones que pueden dirigirse simultáneamente a muchas porterías a la vez.

III. Lo que se ve externamente no es igual a lo interno, pero más allá de una obsesión lógica para establecer igualdad entre el anverso y el reverso de un espacio compartido por tres cuerpos en rebeldía, será mejor ocuparnos de matices, formas, consonancias, sabores, olores, sinestecias y estados de máxima combinación, para intentar al menos establecer a ciegas el perímetro de este trípode evanescente y armónico. La danza de tres en el teatro de operaciones como expresión de la folie' ex machina: el mecanismo del placer o la vesanía festiva moviéndose hacia múltiples direcciones de una bóveda extensa de expresiones lúbricas. Placer, dolor y adrenalina, y la gama de estados intermedios que produce su explosiva combinación. El triángulo amoroso como una danza vertiginosa, sensual, agresiva, veleidosa, emparentado en su ligeresa y simplesa con el vals vienés que con sus giros espectaculares celebra la liberalidad de los sexos y su aristocrática ebriedad. Así, la fisiología del triángulo es coherente con su inmensa generosidad: de sangre caliente, incasable, desprovisto de hipocresía, apasionado...exorcisa para que salgan de nuestros cuerpos los diablos inicuos, gustosos con movimientos sensuales...capturando nuestros sentidos en dulce trance. En esta sinfonía del desenfreno poco importan las alianzas duraderas, los juramentos y la posesión porque nadie pertenece a nadie y uno pertenece a todos. En esta explosión de los sentidos se desata la lujuría. No hay culpa, no hay falsedad, tan solo un continuum de ebriedad.

IV. Internamente la suma de los vértices es igual a uno, y donde tres rectas se intersectan la magnitud es igual a infinito. Las matemáticas distributivas para un área extensa implica una formula simbólica de elementos desmesurados, la longitud de la tierra multiplicada por la altura hasta el límite del cielo cuyo resultado se divide entre tres. La trigonometría erótica implica calcular sobre la base de cuatro senos y una larga hipotenusa, para obtener la medida de ángulos imposibles., o bien, dos largas hipotenusas por la profundidad de un sólo vértice húmedo y tibio, para obtener la magnitud del deseo. Seno, coseno y tangente empalmados en un solo plano euclidiano, donde la suma de los catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa. Como se comprenderá de estos teoremas de la incompletud, los principios pitagóricos se cumplen a medias o no se cumplen, y ello es tributario por una infinita proyección de planos y perspectivas.

V. Un poco más allá del principio del placer podemos teorizar sobre la base de la experiencia directa las motivaciones de los individuos para participar en una relación de tal naturaleza. Un primer motivo puede ser el narcicismo, cuya orbita centrípeta es la autoreferencialidad y su centro gravitacional un ego denso y extenso. Sin embargo la capacidad de adaptación múltiple y el premio de la satisfacción permiten minimizar los efectos de la máxima centralidad: todos esperan todo de todos pero al mismo tiempo, nadie espera nada de ninguno, puesto que el efecto de la interacción deviene de una aportación colectiva y solo tendrá significación ahí donde el grupo interactúe. Por tanto, no se trata de un narcisismo individual es la manifestación de un narcicismo colectivo que se reproduce a través del contagio emocional, la empatía, la fortaleza física, la adrenalina y el deseo. Otro motivo que vehiculiza la reproducción del triángulo es la finitud, la cual puede sobrevenir en cualquier momento y es que esta clase de relación suele terminar muy pronto de manera definitiva: el termino de las vacaciones, el fin de fiesta, el cambio de domicilio, o las múltiples obligaciones cotidianas de cualquiera de los miembros. Esto último explicará en gran parte porque el encuentro de los miembros está condicionado a las circunstancias propicias tanto de tiempo como de espacio. Por último, está el carácter proscrito de este tipo de relación, lo que, en última instancia, será un factor altamente adictivo: adrenalina + sexualidad = intensidad. El saber y el hacer de lo prohibido es consustancial con la aventura, la experiencia de lo nuevo, la asunción de lo inesperado. Pero esto no significa, al menos en el triángulo abierto, desinformación, ni falta de consciencia por parte de sus participantes. El perfil de los miembros que participan generalmente presenta estos rasgos: personas mayores de edad (>20 años), generalmente están casados y tienen hijos, su sino está adscrito a una cotidianidad de trabajo y deberes de hogar, a la presión que todos los días ejerce el medio para sobrevivir. Su evasión suele ser ocasional y es único medio por el cual gestionan espacios para el ejercicio del amor dionisiaco. De hecho, este perfil -mayores de edad, casados, conscientes- facilita la realización de esta experiencia, su goce, su libertad limitada pero significativa.

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