BORGMAN
Jorge Antonio Díaz Miranda
Martes 13 de enero de 2015
“Pero tu pretendes tener
algo entre manos,
algo que describes como
único… pero yo
te he sorprendido con
lágrimas cayendo
en ríos por tus
mejillas, con tus ilusiones
pisoteadas y la dignidad
que se humilla
buscando una salida que
no se ha de abrir”
Alex Van Warmerdam nos presenta su interpretación
cinematográfica del karma, o, para decirlo en términos occidentales, el eterno
retorno nietzscheano en versión perversa. Borgman
(2014) no es una película tratable en términos de superficialidad ni
aprehensible a primera vista, al contrario: porque desgrana de forma tortuosa
una historia que tiene varios lados que colisionan entre sí, aristas oscuras y
efectos consecuentes que de giro en giro van transformando la familiaridad, la
normalidad y lo cotidiano en algo siniestro. Un día cualquiera como muchos
otros, un vagabundo llega al hogar arrogante de una familia de clase media
alta, huyendo del bosque junto con sus amigos que son perseguidos a muerte por
un grupo de radicales que cazan parias
en el perímetro del vecindario por deporte. La familia de clase alta está
compuesta por un patriarca racista in
extremo, violento, golpeador, discriminador y machista; una esposa hogareña
que odia a su marido y que sueña casi todas las noches que él la golpea,
estando ella por deseo (o no) con otro hombre; completa esta familia
disfuncional una niñera manipulable y oligofrénica, y tres niños aparentemente
angelicales aislados de la vida y la realidad por una burbuja de comodidades
adquiridas con deudas e infamia. La llegada del vagabundo irrumpe en esa vida
cómoda y se enquista en los enormes huecos de la simulación, de la felicidad
superficial y del infierno más terrible de todos, es decir la vida “perfecta”. La
golpiza que el patriarca propina al marginado sugiere la actualidad del
viejísimo mecanismo de exclusión (puesto a la luz y descrito en su día por el
filósofo francés Michel Foucault en
su monumental Historie du folié), que siguen empleando las industriosas
sociedades europeas del norte en contra de los marginales, los apestados, los
leprosos, los locos, los gitanos, los extracomunitarios… De todas formas el
vagabundo consigue quedarse en la casa empleando a su favor la empatía que su
martirio consigue de parte de la esposa que está muy disgustada desde tiempo
atrás con la banal violencia que se permite su sádico marido. Todo discurre
entre el secreto y la mentira, la simulación y el voto de silencio, doble vida
exacerbada por la presencia del “extraño” que se despliega como siempre para
aparentar normalidad. Y desde ahí se desencadenan los hechos que se van
convirtiendo en un torbellino de infamias cuyo precio lo pagan principalmente
los inocentes. Vale la pena echar una mirada a esta película pues encierra en
lo que cuenta un manifiesto de la maldad que anida en la vida líquida que nos
asedia.
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