jueves, enero 15, 2015

BORGMAN



BORGMAN

Jorge Antonio Díaz Miranda
Martes 13 de enero de 2015

“Pero tu pretendes tener algo entre manos,
algo que describes como único… pero yo
te he sorprendido con lágrimas cayendo
en ríos por tus mejillas, con tus ilusiones
pisoteadas y la dignidad que se humilla
buscando una salida que no se ha de abrir”  


Alex Van Warmerdam nos presenta su interpretación cinematográfica del karma, o, para decirlo en términos occidentales, el eterno retorno nietzscheano en versión perversa. Borgman (2014) no es una película tratable en términos de superficialidad ni aprehensible a primera vista, al contrario: porque desgrana de forma tortuosa una historia que tiene varios lados que colisionan entre sí, aristas oscuras y efectos consecuentes que de giro en giro van transformando la familiaridad, la normalidad y lo cotidiano en algo siniestro. Un día cualquiera como muchos otros, un vagabundo llega al hogar arrogante de una familia de clase media alta, huyendo del bosque junto con sus amigos que son perseguidos a muerte por un grupo de  radicales que cazan parias en el perímetro del vecindario por deporte. La familia de clase alta está compuesta por un patriarca racista in extremo, violento, golpeador, discriminador y machista; una esposa hogareña que odia a su marido y que sueña casi todas las noches que él la golpea, estando ella por deseo (o no) con otro hombre; completa esta familia disfuncional una niñera manipulable y oligofrénica, y tres niños aparentemente angelicales aislados de la vida y la realidad por una burbuja de comodidades adquiridas con deudas e infamia. La llegada del vagabundo irrumpe en esa vida cómoda y se enquista en los enormes huecos de la simulación, de la felicidad superficial y del infierno más terrible de todos, es decir la vida “perfecta”. La golpiza que el patriarca propina al marginado sugiere la actualidad del viejísimo mecanismo de exclusión (puesto a la luz y descrito en su día por el filósofo francés Michel Foucault en su monumental Historie du folié), que siguen empleando las industriosas sociedades europeas del norte en contra de los marginales, los apestados, los leprosos, los locos, los gitanos, los extracomunitarios… De todas formas el vagabundo consigue quedarse en la casa empleando a su favor la empatía que su martirio consigue de parte de la esposa que está muy disgustada desde tiempo atrás con la banal violencia que se permite su sádico marido. Todo discurre entre el secreto y la mentira, la simulación y el voto de silencio, doble vida exacerbada por la presencia del “extraño” que se despliega como siempre para aparentar normalidad. Y desde ahí se desencadenan los hechos que se van convirtiendo en un torbellino de infamias cuyo precio lo pagan principalmente los inocentes. Vale la pena echar una mirada a esta película pues encierra en lo que cuenta un manifiesto de la maldad que anida en la vida líquida que nos asedia.                  


No hay comentarios.:

Publicar un comentario