jueves, julio 24, 2014

NARRACIONES DE UN MARGINAL


NARRACIONES DE UN MARGINAL (1) (2)


Jorge Antonio Díaz Miranda
Julio 2014


La casa era una pocilga oscura, sin ninguna ventana por la que se filtrara la luz del sol. La pintura de las paredes estaba derruida por las filtraciones de humedad. El baño sucio con la tasa destrozada, eructaba vapores pestilentes de acumulada podredumbre. Dentro, en uno de los dos cuartos de la estancia, recostado sobre un futón destartalado, un tipo de treinta y cinco años, con profundas arrugas de expresión  en el rostro, grandes y oscuras ojeras, cicatrices en el mentón, una nariz deformada y un vientre hinchado; le hacían parecer como de sesenta.
-         Todos estaban ahí –me dice, con voz cavernosa, metálica, como si hubiese pasado mucho tiempo desde la última vez que la empleará-, todos los  jefes, sus lugartenientes y los principales de plaza. Me asignaron la seguridad del perímetro y el cuidado de la armería. No pensé que esa reunión sucedería, pero todos llegaron.  El único modo de acceder a la casa era por aire...

Una tos desgarradora interrumpió su relato. El enfisema estaba muy avanzado. Su caso era terminal. No obstante seguía fumando. Me pidió una caja de habanos Cohiba, sus preferidos. El ataque de tos  parecía no terminar hasta que me señaló un tanque de oxígeno y la careta de absorción que estaba colocada sobre una repisa. Ahí también había un tubo dosificador relleno con salbutamol para abrir los bronquios, jeringas intravenosas, un hisopo extractor de mucosa, un apósito manchado de sangre coagulada y un ultramoderno celular inteligente. Le pasé el oxígeno. Después de unos momentos en que lo aspiró profundamente retomó el hilo de su narración.
-         También había militares y marinos del más alto rango, comandantes de la policía federal, políticos de alcurnia, la crema y nata de algunos partidos políticos. Todos comiendo juntos. Bebiendo juntos. Departiendo. Platicando de todo. Conviviendo y riendo como si fueran viejos amigos. Disfrutando la banda sinaloense que tocaba puros corridos. El Azul y el Mayo iban de mesa en mesa preguntando si todo estaba bien, si los señores estaban bien atendidos. Ellos son gente muy amable, con un encanto especial para el trato social. Ahí donde se paraban hacían un ambiente grato. Les arrancaban a todos escandalosas carcajadas. Con todos brindaban. Con todos intercambiaban un elogio oportuno. Nada fuera de lugar, por cierto. Ellos conocían a todos, quienes eran, de donde venían…de que familias provenían y los trabajos que tenían. Nunca se equivocaban en nombrar el grado de los jefes de la milicia, tampoco en el caso de los comandantes de la policía federal…

Se detuvo como reflexionando en su interior. De hito en hito me miraba como tratando de descubrir en mi gesto impersonal una resquicio de duda o una hebra de incredulidad. Le sostuve su mirada inquisitoria. Volvió a su puro. Miró la bocanada densa que salió de su boca desdentada. La información que reuní sobre sus actividades se reveló exacta. Casi diez años de su vida los había pasado como “analista” de logística y seguridad, un trabajo especializado en recopilar información de “inteligencia”, para planificar rutas de trasiego de drogas.
-         Los Tucanes de Tijuana dicen que también estuvo la reina del Pacífico…
-         Ellos ni siquiera estuvieron ahí. Pero en efecto ella estuvo. Tan guapa la señora. Tan distinguida como siempre con su belleza de mujer madura. Con esa ropa tan entallada que resaltaba sus pechos grandes y la redondez de sus nalgas. La señora es un cromo, sí señor. Con esa forma franca de hablar que tienen las hembras bien bragadas. Ninguno de los compas ni yo mero nos atrevíamos a mirarla, por respeto. Ella siempre nos saludaba personalmente a cada uno. Con todo, era imposible no admirarla. De vez en vez echábamos una miradita disimulada porque ella era una graciosa aparición. Pero ni siquiera su belleza nos hacía olvidar quien era… no por nada era la reina.

Volvió el violento acceso de tos pero pasó rápidamente. El tipo me pidió que le acercase el tubo de salbutamol. Inhaló por la boca el medicamento en tres ocasiones y el color de vida volvió a su rostro lastrado.
-         Yo estaba bueno. Pero la fumadera y la vida loca me atropellaron –sonríe socarrón-… El perico me gusta mucho pero ya no lo esnifo. Mi chingada nariz está casi destruida. Necesito una nueva. Lo peor son los pulmones colapsados. Por eso ya no pude seguir en el jale. Los jefes me dieron permiso de retirarme. Dijeron que me mandarían dinero pero desde que suprimieron su línea de mando se cortó toda conexión con el negocio. Sólo espero que cuando vengan  por mi, sea rápido. O tal vez ésta – levanta una escuadra beretta que saca de entre sus ropas-, me convenza un día en arreglar las cosas por mi cuenta, para que cuando vengan los sicas sólo encuentren carroña –ríe-.

-         Era muy chavo cuando me quebré al primero. Desde ahí no había parado hasta hace poco, justo cuando el matasanos me dijo que tenía cáncer en los pulmones. Cuando le conté a mi familia de mi enfermedad, todos se fueron. Mi esposa con mis hijos. Mis hermanos. Hasta mis viejas y los amigos. Ya sabes, pinches ratas que abandonan el barco cuando todo se jode. Nomás me queda una amiguita que viene a verme de vez en cuando pa´ darme de tragar. Algunas veces me la culeo, porque todavía me hace falta la chocha. También le paso algo de feria, de lo que me queda, para que se vaya manteniendo…

Se quedó pensando como escuchando con atención una voz que le hablaba desde dentro. 
-         ¿Tenía algún propósito esa fiesta que comentabas hacia un momento?
-         No sé bien. Pero recuerdo que ese año el gobierno estaba interfiriendo durísimo los negocios de las organizaciones, con ayuda de los putos gringos. Creo que los jefes valoraron la situación y estaban dispuestos a dejar a un lado sus cuentas pendientes con tal de formar un bloque de presión más efectivo. Formaron un fideicomiso común para proveer pertrechos de forma casi permanente, proteger el negocio y encriptar las rutas de trasiego. Todos estuvieron de acuerdo que, en cada organización, había gente que hablaba con el gobierno y se decidió por eliminar las filtraciones. Creo que la fiesta era para cerrar el trato. Ignoro en qué medida participaron los interesados, pero la alianza se llevó a cabo operativamente y no cabe duda que después de eso nada fue igual. La escalada violenta fue casi imparable. El gobierno terminó cediendo las zonas de frontera y los puertos. De  pronto había otra vez, vías abiertas para todos. Surgió en cada cártel la orden de neutralizar a todos los simuladores e impostores. Detectar, localizar y seguir a los elementos policiacos que causaran problema. Ejecutar sin hacer escándalos. Levantar gente de peso sin causar bajas civiles colaterales. Realizar incursiones sorpresa para castigar a los que anduvieran fuera de la línea. Calentar algunas plazas para desestabilizar gobiernos municipales rebeldes…
-         Desde su lado,  ¿cómo valoraron el impacto de ese operativo en la estructura de gobierno?
-         Los efectos no fueron inmediatos. Estos se manifestaron después de algunos años de insistir en la estrategia de impacto masivo. A mediados de 2011 el gobierno nos envía un mensaje inequívoco: quería un clima de distención, una tregua, porque la elección presidencial se acercaba. A finales de ese mismo año nosotros empezamos a observar un repliegue unilateral de marinos, soldados y policías federales. Creo que eso fue algo pactado con el candidato presidencial de uno de los partidos políticos.
-         ¿Pactado?
-         Sí. Después de todo el Estado mexicano no tiene tantos efectivos como para hacer frente a todos los frentes: narco, insurgencia y resistencia civil. Calderón ya sabía –creo-, a quién iba a transferirle el poder y calculó que eso generaría una revuelta popular, de modo que replegó a los efectivos y los hizo volver a sus cuarteles, con el consentimiento de su gallo presidenciable. Muchas plazas de acantonamiento fueron abandonadas a partir del primer día de 2012, dejando sólo pequeñas guarniciones que estratégicamente no eran ninguna amenaza. La guerra nos favoreció de tal suerte que al final del sexenio de ese señor Calderón éramos más fuertes. Los de Sinaloa peleamos por todo y lo ganamos todo.

Alguien entró a la casa. Masculló un saludo y se acercó por detrás al tipo, diciéndole  algo inaudible. El asintió y me dijo:
-         Debo irme. ¿Tienes todo lo que necesitas?
-         Sólo un minuto más. No dejo de pensar en lo que has dicho respecto de que ustedes lo ganaron todo, porque al contrastarlo con la imagen más reciente del Chapo Guzmán siendo apresado por marinos, se hace necesario un matiz para comprender en qué términos te estás expresando…
-         Eso solo quiere decir que nadie es imprescindible. Para seguir con el poder se debe negociar y conceder, intercambiar o perder. Y de este lado estamos dispuestos a perderlo todo. Esto no se acaba porque alguien caiga o esté en la cárcel. Si estás en la cárcel sólo se modifica un poco la rutina de tu mando, pero sigues siendo el jefe. Además, a nadie en el gobierno le conviene que hombres como el Chapo caigan en manos de los gringos…
-         Lo siento chaval pero cuando te digo que tiene que irte es porque ya estás alejado de aquí varios metros –el hombre desenfunda su beretta y apunta con ella en dirección de la salida-. ¡Pero en chinga, mueve el culo¡
-         Ok. Entiendo. ¿Puedo publicar todo lo que me has dicho?
-          No tengo ningún problema. Tu obligación es informar, ¿no?
-          Así es. Gracias por tu tiempo. Hasta luego.
-          Es mejor hasta nunca.
FIN
(1) Hasta donde fue posible confirmar la historia, los hechos son reales. La fuente principal que cita esta especie de reunión cumbre realizada en algún punto de la Sierra Madre Occidental, es Sandra Ávila Beltrán, la llamada reina del pacífico, quien a su vez refirió el hecho al periodista Julio Scherer en la entrevista que le concedió desde el reclusorio de readaptación social para mujeres ubicado en Santa Martha Acatitla. La entrevista fue publicada por la revista proceso y posteriormente incluida en el libro La Reina del Pacífico: es la hora de contar.       

(2) La entrevista con el “analista” fue realizada a finales del mes de febrero del año 2014. Por la información que contiene, la fuente pidió observar un estricto anonimato de su identidad. La dirección de correo electrónico que nos proporcionó para contactarlo ha sido cancelada. La vieja casa en la que se hospedaba fue derruida por el municipio junto con  todo el vecindario, con el argumento de proteger una zona de conservación ecológica.          

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