A THOUSAND TIMES GOODNIGHT
JORGE
ANTONIO DÍAZ MIRANDA
Julio
2014
La
guerra más despiadada es la que sucede dentro de los hogares. Esta máxima se
aplica muy bien a la película dirigida por Erik
Poppe, Mil Veces Buenas Noches
(Inglaterra-Francia, 2013). Es la historia de Rebecca (JulietteBinoche),
reportera de guerra que cubre la ocupación estadounidense en Kabul Afganistán.El
profesionalismo de la fotógrafa de guerra sigue fielmente la regla de oro de
los grandes maestros como Robert Cappa, según la cual la buena fotografía es la
que se toma cerca de la acción principal. El desencadenante del drama del cual
parte la historia es el trabajo que realiza Rebecca con las mujeres mártirque
llevan a cabo atentados con bombas ceñidas a la cintura.En el día D, la
fotógrafa pide ir en mismo transporte de la bomba humana y al llegar a un
puesto de control militar desciende desesperada al darse cuenta que alrededor
hay cientos de civiles en un día normal de mercado. Rebecca trata de alertar de
lo que va a suceder, con un resultado precipitado de mujeres, niños y hombres mal
heridos o muertos. Las heridas que le producen las esquirlas de escombros y la
onda expansiva son graves y deben trasladarla de regreso a su país. Pero en su
hogar aún le esperan los años colaterales de la guerra. Su esposo
(NicolajCosterWaldau) y sus hijas ya no están dispuestos a tolerar las mil
veces remotas e decirse buenas noches, esperando cualquier día una llamada
urgente para reconocer los despojos de la reportera de guerra. Vale la pena la
película por muchas razones. La principal es que es una buena historia, con un
guión magistral, una dirección precisa y actuaciones extraordinarias. La
fotografía y la banda sonora son de primera, lo que significa que complementan
la historia subrayando los momentos de tensión emocional.El drama se revela por
el dilema de una mujer valiente y combativa que difícilmente puede ser seducida
por la conformidad familiar, dividida entre el amor por el trabajo testimonial
que desarrolla y el amor por su familia. En eso estriba su valor: el planteo de
una problemática y su resolución desde el imperativo categórico de ser a pesar
de los otros, que se sitúan o relativamente cerca o relativamente lejos…
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