JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
Febrero de 2014
Sea cual sea el sentido que llevó a los dirigentes de las guardias comunitarias michoacanas a asumir la ordenanza autoritaria de establecer alianzas con las fuerzas federales, la situación no podría ser peor para estas formaciones civiles. Todos los indicios informativos apuntan a la formación de un aberrante híbrido que amenaza a repetir el mismo absurdo que el gobierno federal ha estado cometiendo una y otra vez sin resultados sociales significativos: acumular fuerza y capacidad de fuego sin ton ni son, cuando lo que se requiere es una atención integral, en el que se combine adecuadamente información de inteligencia y un selectivo despliegue táctico. Dejando de lado la cuestión de la aportación e interés que el gobierno federal tiene en la formación de las guardias comunitarias michoacanas, tiene un aspecto oscuro el que los dirigentes de estas no vean que el gobierno federal es una parte activa en los determinantes que desencadenaron la violencia criminal sobre el estado de Michoacán, ya sea por omisión, colusión o por ambas. La nueva espiral de "entendimiento" y diálogo - con la extraña asignación del convaleciente y declarativamente ambiguo Dr. Mireles como interlocutor-, significa en los hechos y de acuerdo con las circunstancias y padecimientos sociales agravados en la martirizada Tierra Caliente, sometimiento y declinación de las causas ciudadanas que motivaron la emergencia de las guardias comunitarias, despojándolas de su legitimidad social y su auto gestión ciudadana. Está un curso un proceso de absorción burocrática de este movimiento que se ha convertido en una nueva leva tributaria de las fuerzas de seguridad estatales y federales, alineadas tradicionalmente por vía de la corrupción, a las fuerzas que ahora se están combatiendo como un flagelo de exterminio social. La presunta presencia de un ex jefe del cártel de los Valencia no hace más que enrarecer el clima en que un inepto funcionario plenipotenciario de estatus federal no hace más que pasearse por la tierra de conflicto saludando a todos con una hueca frase clasista: ¿qué pasó mi rey?
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