JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
Febrero 2014
El documental Narco
Cultura, del periodista Shaul Schwarz, explora la cultura marginal en Ciudad
Juárez y denuncia el absurdo de la guerra contra las drogas.
Mientras El Paso,
Texas, con 5 homicidios en 2010, fue declarada ese año la ciudad más segura de
Estados Unidos, del otro lado de la frontera, en Ciudad Juárez, Chihuahua, el
número de muertos creció a un ritmo exponencial. En el 2007 fueron registrados 320 homicidios,
tres años después hubo 3 622 asesinatos. "He estado en muchos lugares en
conflicto como Afganistán, Gaza, pero la intensidad en Ciudad Juárez no tiene
igual. Son unos cuantos pasos los que la separan de El Paso, pero es como
entrar en el infierno", afirma Shaul Schwarz.
El periodista de
guerra sigue con su cámara a Richie Soto, un oficial del Servicio Médico
Forense (Semefo), que le ayuda a documentar la ensangrentada realidad de los
juarenses. Se ve a madres desconsoladas que gritan y luchan contra oficiales
que no las dejan pasar a una escena del crimen. Ellas temen que sus hijos están
entre los muertos. El espectador es testigo del dolor, la violencia y el miedo
con el que vive la población de una ciudad cuyas calles se ven vacías.
"Muchos compañeros renunciaron a su puesto por miedo, por la
inseguridad", cuenta Richie Soto, que enseña una fotografía que muestra a
compañeros suyos que fueron asesinados.
Las imágenes
contrastan con el segundo protagonista de la cinta, el cantante de narco
corridos Edgar Quintero, que contribuye con su trabajo a idealizar a los
narcotraficantes. "Los clientes piden y pagan y yo les traigo el
encargo", canta burlonamente subido en un automóvil con vidrios oscuros.
Quintero cuenta que estuvo en la cárcel. "Mi hijo tiene 2 años y mi hija
tiene dos meses y tengo que pensar en el futuro", dice ante la cámara.
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