jueves, febrero 06, 2014

LAS HORAS FALSAS

LAS HORAS FALSAS

JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
FEBRERO 2014


  
La brisa de abril inquietaba levemente la hierba.
La primavera bajaba alegremente de las montañas. 
Cantaba con la voz del río en el que nos gustaba mojar nuestros pies…

El primer beso lo tomaste de mi boca de niño y la miel de tus labios me hechizó.
¿Te acuerdas?
Pero aunque ese primer esplendor ya se ha ido, 
mantiene mi mente atenta a la última intensidad de su pulso.

Delante de mí la eternidad. Detrás de mí el olvido.

Mis ojos se pierden en un extenso cuerpo de agua que se mueve sinuoso 
y me habla con su aliento de espuma…

Tienes una piel inquieta que guarda una fuente inmensa de  ternura.

Hemos venido a verme.

Te acercas a mí.
Me acerco a mí.
Levanto la mirada para conectarme brevemente contigo, más yo no estoy en mi.

Estoy aquí mirando cómo me miras.
Estoy aquí mirando cómo te miro.

Pero  tú intuyes mi ausencia en el vacío de mis ojos que no te miran.
Volteas dónde estoy y me sonríes fugazmente.
 
Tomas mi cabello con la ternura que siempre me guardas y vuelvo por un instante para sentirla.
Luego me alejo otra vez para mirar la escena en que estamos juntos.

Mamá te llama desde el jardín.
Pero tú no vas.
Te quedas conmigo.
Me abrazas, me besas, me desnudas.
Descubres tus pechos tibios y los pones en mi boca.
Mi boca se abre y muerde suavemente tus pezones.
Todo mi cuerpo experimenta una tensión violenta.
Un torrente de sangre se acumula en mi cadera.
Me quedo mirando desde fuera la belleza de la escena.
Hasta que un anillo de fuego abrasa todo mi ser y me arrastra a un torbellino de inconsciencia.

Mientras la brisa de abril rozaba levemente la hierba.

Mientras el atardecer culminaba con una explosión de ámbar.

Mientras el mar, iba y venía de la playa esculpiendo sus bordes con pequeños cinceles de coral.


Mientras la primavera cantaba en los campos, perfumando las flores de rocío 
que despuntaban salvajes con su belleza intacta…

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