JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
Enero 2014
El argumento es modesto como las grandes ideas: un soldado en la posguerra se ve obligado a tener un puesto de trabajo de bajo perfil, manejando un camión de transporte público. Harto de la indignidad comienza una trayectoria de asaltos bancarios que le permitirá emigrar con su familia a países más cálidos. Pero un arresto prematuro trunca su incipiente carrera y en la cárcel conocerá a colegas que le proponen conjuntar talentos para aportar beneficios a una causa común: emanciparse del mundo de mierda que los confinó a pagar los impuestos de guerra. Con un tratamiento asertivo en la dirección Nathan Morlando (quien también escribe el guión, el cual está basado en hechos reales e históricos) logra una historia sobria, articulada e inteligente. Este film canadiense ganó en 2011 mención destacada en el festival internacional de Toronto y en otros festivales alrededor del mundo. Al final no tiene desperdicio y lo destacado es que no quiere prescribir nada ni moralizar, sólo entretener con diálogos sarcásticos y buenas actuaciones, para ilustrar -no sin cierta dosis equilibrada de cinismo- el devenir de la pesada maquinaria militar que se resquebraja bajo la presión modernizadora de la economía y la cosificación. El héroe marginal existió en la realidad y llevó el nombre de Edwyn Alonso Boyd.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario