JORGE ANTONIO DÍAZ MIRANDA
31 de diciembre de 2013
Las fuerzas vivas más insatisfechas que ardidas, miden la distancia y se alejan de los lugares comunes del burdel político, para mirar desde el palco la celebración tricolor que desde el poder orquestó un mega ultraje patrio con tan solo manosear a la oposición, logrando comprar en paquete hasta el silicon de sus más que deshonradas naylon. Ni las fintas de separación marital de la izquierda, ni la pudibunda moralina empresarial de la derecha fueron obstáculo para que el cortejo de los profesionales tratantes de blancas priístas -que laboran actualmente en la presidencia de la república, senado y cámara de diputados-, pusieran a trabajar a la oposición en su bulín nacional. No cabe duda que la gran perdedora en este tráfico de perversiones financiadas con el erario público es la partidocracia mexicana que ya se destapó como cínico régimen autoritario. En una demostración de oficio de padrotes, El PRI ha dado duras lecciones de cómo usar el comercio de los placeres a favor de sus reformas, con tan solo sugerir repartos y simular representatividad democrática. El ritual de apadrinamiento y violación multitudinaria de la oposición fue posible por la vocación mercenario de la sociedad de las sirvientas puercas que pululan en el partido del sol azteca y el de los panuchos.
¿Cual independencia política?, ¿dónde quedó la ideología y los principios o las bases doctrinarias?
Puro negocio de posturas (¿?), elogios orales, lamidas, intercursos, promiscuidad y política de piernas abiertas. El burdel decadente de la política mexicana tiene un solo dueño y ese es el PRI.
¿Cual independencia política?, ¿dónde quedó la ideología y los principios o las bases doctrinarias?
Puro negocio de posturas (¿?), elogios orales, lamidas, intercursos, promiscuidad y política de piernas abiertas. El burdel decadente de la política mexicana tiene un solo dueño y ese es el PRI.
Mientras tanto las fuerzas vivas se alejan discretamente con la promesa de un volveré para el 2015 y el 2019, años críticos en que la partidocracia recibirá el parecer de las masas que por ahora prefieren aguardar a que pase el carnaval de ridículos y patetismos.
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